La imparable violencia hacia la mujer que se vive en Ciudad Juárez, y que ha cobrado la vida de mil 317 niñas, jóvenes y madres de familia desde el 2012, ha orillado a algunas víctimas a tomar la justicia por sus propias manos, lo que les ha llegado a costar su libertad.
Tal es el caso de la señora Adriana Gutiérrez Holguín, quién durante cuatro años, tuvo que soportar insultos, golpes y humillaciones, a manos de su esposo, al que finalmente asesinó a cuchilladas, la noche del 28 de septiembre del 2018.
Desde la sala audiovisual del Centro de Reinserción Femenil, en Ciudad Juárez, la señora de 51 años, platicó para El Mexicano, los siete años que vivió al lado de quien consideraba era el amor de su vida.
En el 2012, Adriana decidió formar una familia junto a Rafael Mariano Franco Mariñelarena, por lo que decidieron rentar una casita en el número 640 de la calle Justo Sierra, de la colonia El Barreal, sin imaginarse lo que la vida le tenía preparado.
Para ella, los tres primeros años fueron normales, hasta que en el 2015 todo cambió, dando inicio los insultos y las agresiones por parte de Rafael, quién se encontraba desempleado y sólo se dedicaba a la venta de algunos artículos de segunda mano.
El alcohol y la dependencia a los fármacos, fueron factor fundamental para que los pleitos se hicieran presentes en sus vidas día a día, al grado en que en una de las ocasiones tuvo que ser llevada de emergencia al Hospital de la Mujer.
Ahí, agentes municipales levantaron el parte de la agresión que había sufrido, pero la Fiscalía de Género nunca tomó cartas en el asunto e inclusive, en una de las ocasiones, fue toda golpeada hasta las instalaciones de la FEM a interponer una denuncia, pero no le hicieron caso.
Fui una mujer maltratada por siete años, siempre fueron golpe
Cansada de la vida, ese día, ese 28 de septiembre, tomó valor y al calor de las copas enfrentó a su agresor, quién como de costumbre, dijo ella, comenzó a golpearla hasta que, cegada por el coraje, tomó un cuchillo que estaba arriba del horno microondas y le asestó varias puñaladas, hasta arrebatarle la vida.
Al verlo en el suelo, en medio de un charco de sangre, tomó su celular y poco a poco, se fue dando cuenta de la realidad de las cosas, por lo que habló al 911 y declaró lo ocurrido, entregándose ella misma ante las autoridades, con la esperanza de que quedara demostrado que todo fue en legítima defensa.
Sin embargo, no fue así, y tras casi medio año de litigio y juicios orales, finalmente, un Juez decidió dictarle dos años de cárcel, por el delito de homicidio, a pesar de que sus abogados trataron de demostrar los abusos de los que era víctima, así como del maltrato físico y emocional que recibía.
No me arrepiento, ya no existe esa persona que me hizo garras la vida
“Fui una mujer maltratada por siete años, siempre fueron golpes y denuncia tras denuncia en Fiscalía de Género y nunca hicieron nada, llegó un momento en el que yo estaba tomada y con mucho coraje y me cegué, me cegué completamente ese día y acabé con la vida de mi esposo a cuchilladas”, recordó textualmente.
Por si fuera poco, en una audiencia que sostuvo hace unas semanas en la Ciudad Judicial, la hermana de Rafael Mariano le otorgó el perdón, pero esto no fue suficiente para las autoridades, dejando firme la sentencia que la mantiene en el área de sentencias, del CERESO Femenil, de la avenida Barranco Azul.
Recordó que otra mujer, María Guadalupe Pereda Moreno, pasó por lo mismo, al haber asesinado a su pareja, de oficio abogado, el 14 de octubre del 2015, pero en su caso, ella “ya salió” y fue absuelta, pero en su caso, todavía le queda un año de prisión y hasta octubre del 2020, podrá gozar de su libertad.
Estoy aferrada a la vida, porque estoy haciendo lo que más quería, que era estudiar
“No me arrepiento, ya no existe esa persona que me hizo garras la vida, me siento tranquila, mis hijos viven en Oklahoma y tengo comunicación casi a diario con ellos, también con mi madre, llegué aquí muy mal y gracias a Dios me siento ya bien”, añadió.
Ahora, en el Cereso, terminó su primaria y su secundaria y se encuentra cursando la preparatoria, con ganas de vivir y salir adelante, de rehacer su vida en compañía de las personas que ama y la aman, que son “quienes en verdad importan”.
“Estoy aferrada a la vida, porque estoy haciendo lo que más quería, que era estudiar”, con estas palabras, Adriana sonrió y agradeció los minutos que se le dieron para platicar su lado de la historia, de aquella historia que la llevó a una vida violenta y a una condena tras las rejas.
