/ martes 5 de abril de 2022

Así es la vida subterránea en el metro de Kiev

Aunque las tropas rusas se retiraron de esta ciudad, miles de personas permanecen refugiadas en el metro porque ahí se sienten más seguras

En lo peor de la guerra en la capital ucraniana, unas 15 mil personas se refugiaron de las bombas en el metro de Kiev, ciudad que ahora respira parcialmente con la retirada de las tropas rusas, aunque todavía unos 4 mil kievitas siguen viviendo en el subterráneo.

"Nos quedamos aquí, preferimos estar en el metro hasta que se aclaren las cosas porque no sabemos lo que pueda pasar... Mira todo lo sucedido, no podemos confiar en Rusia", dice Svitlana, de 62 años, sentada en la colchoneta que se ha convertido en su espacio vital, junto a su hija Anna, que está embarazada de 7 meses.

Ambas, junto con el esposo de Anna, se cobijaron desde el segundo día de la guerra en la estación Héroes de Dnipra, en el distrito de Obolon, al norte de Kiev, desde donde el Ejército ruso primero acechó la capital, cuyos habitantes no creen que la ofensiva haya terminado.

EXPLOSIONES CADA SEGUNDO

"Oíamos las explosiones casi cada segundo. Se veían los tanques acercándose y misiles cayendo casi cada segundo. Estaban a sólo tres kilómetros de casa", argumenta Svitlana sobre por qué decidieron trasladarse al subterráneo.

"Al principio esto estaba tan abarrotado que no teníamos ni espacio para dormir. Ahora hay mucha menos gente, muchos han vuelto a casa y otros vienen solo a dormir por las noches", dijo Svitlana sobre la convivencia en esa entrada de metro, en la que permanecen hoy unas 200 personas de las 2 mil 200 que llegó a albergar.

Su hija Anna, de 27 años, hace esfuerzos para normalizar la vida en el subterráneo y que la ansiedad de la guerra no le afecte a su bebé, un niño que se llamará Danilo o Mark y que espera que nazca en un hospital público cercano, pero no sabe si para entonces vivirán en su casa o en el metro.

"No podemos hacer planes, decidimos día a día según cómo evolucionan las cosas", indica Anna con el mismo escepticismo que su madre y muchos kievitas sobre las verdaderas intenciones rusas al salir de Kiev.

Al inicio de la guerra, fue el propio alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, quien animó a todos los ciudadanos a refugiarse en la amplia red de metro, uno de los lugares más seguros de la capital que fue diseñado en 1960 para hacer frente a situaciones como ésta, en plena Guerra Fría y con el trauma de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial aún vívido en la memoria colectiva.

RED PREPARADA PARA LA DEFENSA

La red de 67 kilómetros cuenta con tres líneas y 52 estaciones, todas ellas preparadas para la defensa civil y con infraestructura esencial, con amplios baños públicos y fuentes de agua potable en los vestíbulos. Las donaciones de comida, ropa y mantas han ayudado a hacer del metro un lugar habitable y seguro en estos tiempos de guerra.

"Ahora estamos tratando de combinar la labor como refugio de las estaciones de metro con la regularización de su funcionamiento como transporte. Ya hemos restaurando la línea 3 y la línea 1 que pasan por aquí y funcionan parcialmente, con un tren cada hora", dijo a la agencia Efe el director del metro de Kiev, Viktor Brahinsky.

Mientras la ciudad recupera poco a poco la normalidad, "el metro retomará su actividad a medida que lo demande la ciudadanía, pero también seguirá funcionando como refugio porque mucha gente aún no se siente segura fuera", matizó.

Es el caso de Vera, de 78 años, que ayer quiso regresar a su casa, incluso fue a darse una ducha y tomar ropa limpia, pero una vecina le dijo que los rusos planeaban "algo gordo" en Kiev para hoy mismo, y retornó al metro.

"Ya estoy algo cansada de vivir así", cuenta rodeada de mantas, colchonetas y bolsas, "pero me alegro mucho de haber venido aquí desde el principio, pues gracias a eso estamos vivos".

Vera, junto con su hija, nieto y bisnieto, pensaron en un primer momento en mudarse a las afueras de Kiev, hacia el oeste aparentemente más seguro, a Irpin o Bucha, las últimas ciudades liberadas de los rusos, que a su salida han dejado un reguero de muertes de civiles, con ejecuciones sumarias que ya constituyen un crimen de guerra.

"Me alegro de no haber ido, mira todo lo que ha ocurrido allá, es un horror", lamenta esta mujer que teme que los rusos vuelvan pronto a atacar la capital ucraniana.

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"Nos quedamos aquí, preferimos estar en el metro hasta que se aclaren las cosas porque no sabemos lo que pueda pasar... Mira todo lo sucedido, no podemos confiar en Rusia", dice Svitlana, de 62 años, sentada en la colchoneta que se ha convertido en su espacio vital, junto a su hija Anna, que está embarazada de 7 meses.

Ambas, junto con el esposo de Anna, se cobijaron desde el segundo día de la guerra en la estación Héroes de Dnipra, en el distrito de Obolon, al norte de Kiev, desde donde el Ejército ruso primero acechó la capital, cuyos habitantes no creen que la ofensiva haya terminado.

EXPLOSIONES CADA SEGUNDO

"Oíamos las explosiones casi cada segundo. Se veían los tanques acercándose y misiles cayendo casi cada segundo. Estaban a sólo tres kilómetros de casa", argumenta Svitlana sobre por qué decidieron trasladarse al subterráneo.

"Al principio esto estaba tan abarrotado que no teníamos ni espacio para dormir. Ahora hay mucha menos gente, muchos han vuelto a casa y otros vienen solo a dormir por las noches", dijo Svitlana sobre la convivencia en esa entrada de metro, en la que permanecen hoy unas 200 personas de las 2 mil 200 que llegó a albergar.

Su hija Anna, de 27 años, hace esfuerzos para normalizar la vida en el subterráneo y que la ansiedad de la guerra no le afecte a su bebé, un niño que se llamará Danilo o Mark y que espera que nazca en un hospital público cercano, pero no sabe si para entonces vivirán en su casa o en el metro.

"No podemos hacer planes, decidimos día a día según cómo evolucionan las cosas", indica Anna con el mismo escepticismo que su madre y muchos kievitas sobre las verdaderas intenciones rusas al salir de Kiev.

Al inicio de la guerra, fue el propio alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, quien animó a todos los ciudadanos a refugiarse en la amplia red de metro, uno de los lugares más seguros de la capital que fue diseñado en 1960 para hacer frente a situaciones como ésta, en plena Guerra Fría y con el trauma de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial aún vívido en la memoria colectiva.

RED PREPARADA PARA LA DEFENSA

La red de 67 kilómetros cuenta con tres líneas y 52 estaciones, todas ellas preparadas para la defensa civil y con infraestructura esencial, con amplios baños públicos y fuentes de agua potable en los vestíbulos. Las donaciones de comida, ropa y mantas han ayudado a hacer del metro un lugar habitable y seguro en estos tiempos de guerra.

"Ahora estamos tratando de combinar la labor como refugio de las estaciones de metro con la regularización de su funcionamiento como transporte. Ya hemos restaurando la línea 3 y la línea 1 que pasan por aquí y funcionan parcialmente, con un tren cada hora", dijo a la agencia Efe el director del metro de Kiev, Viktor Brahinsky.

Mientras la ciudad recupera poco a poco la normalidad, "el metro retomará su actividad a medida que lo demande la ciudadanía, pero también seguirá funcionando como refugio porque mucha gente aún no se siente segura fuera", matizó.

Es el caso de Vera, de 78 años, que ayer quiso regresar a su casa, incluso fue a darse una ducha y tomar ropa limpia, pero una vecina le dijo que los rusos planeaban "algo gordo" en Kiev para hoy mismo, y retornó al metro.

"Ya estoy algo cansada de vivir así", cuenta rodeada de mantas, colchonetas y bolsas, "pero me alegro mucho de haber venido aquí desde el principio, pues gracias a eso estamos vivos".

Vera, junto con su hija, nieto y bisnieto, pensaron en un primer momento en mudarse a las afueras de Kiev, hacia el oeste aparentemente más seguro, a Irpin o Bucha, las últimas ciudades liberadas de los rusos, que a su salida han dejado un reguero de muertes de civiles, con ejecuciones sumarias que ya constituyen un crimen de guerra.

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