/ viernes 19 de octubre de 2018

Migrantes hondureños permanecen en Tecún Umán, Guatemala

Algunos ya se aventuran a cruzar ilegalmente el limítrofe rio Suchiate, mientras policías antimotines esperan del lado mexicano

Migrantes hondureños aguardan en el poblado guatemalteco Tecún Umán, fronterizo con México, para reagrupar su caravana y seguir rumbo a Estados Unidos, aunque algunos ya se aventuran a cruzar ilegalmente el limítrofe rio Suchiate, mientras policías antimotines esperan del lado mexicano.

"Vamos a esperar a los que vienen en camino que ya están bien cerca", dijo a la AFP Mario Mejía, un hombre robusto de 46 años que habla con varios de los migrantes que se unieron a la caravana que salió el sábado pasado desde San Pedro Sula, en el norte de Honduras.

Mejía, quien parece ser uno de los líderes del grupo, señaló que al reagruparse enfilarán hacia el paso fronterizo para ser atendidos por las autoridades mexicanas, aunque algunos migrantes ya han pasado desde hace algunos días al otro lado de la frontera.

Los hondureños llegan por grupos a la población fronteriza, pernoctando en iglesias, salones comunales, la estación de bomberos y otros sitios habilitados como refugios, que han abierto las puertas a los migrantes, que podrían sobrepasara los 3.000; otros han dormido en las aceras ante el éxodo masivo.

Esta marea migratoria desató la furia del presidente Donald Trump, quien amenazó a los mandatarios de Guatemala, El Salvador y Honduras con frenar la ayuda económica a sus países si no contenían la caravana. También pidió el miércoles a México detener su avance y advirtió que de lo contrario cerraría con militares la frontera sur estadounidense.

"El camino ha sido muy duro, muy tremendo pero no hay trabajo en Honduras", señaló Glenda Salvador, de 20 años, entre la multitud reunida en el parque de la localidad, a unas calles del puente internacional que une a Guatemala y México.

Salvador decidió salir de su país con sus dos pequeños hijos de 1 y 2 años, junto con sus dos hermanas Karen (17) y Dianixia (22), quien también viaja con un bebé a cuestas. Las tres añoran encontrar un trabajo en Estados Unidos.

"Primeramente voy a pasar, tengo la fe que de una u otra forma voy a pasar", aseguró por su lado Wilson Chacón, originario de la ciudad de Copán, mientras caminaba por una de las calles de Tecún Umán, 255 km al oeste de la capital guatemalteca.

Mejía agregó que intentarán que ninguno de los hondureños cruce en balsas por el caudaloso río Suchiate, fronterizo con México y usado tradicionalmente por los inmigrantes ilegales para evadir los controles oficiales.

No obstante, algunos de los migrantes decidieron cruzar el río para evadir controles.

Vigilancia minuciosa

La posiblidad de que los migrantes crucen ilegalemente el río llevó a las autoridades mexicanas a redoblar la vigilancia en el área fronteriza, llegando a prohibir el flujo de esas lanchas llamadas "cámaras".

Pero en la ribera del lado mexicano, en Ciudad Hidlago, algunos de los lancheros que subsisten con esa actividad intentaban sin éxito convencer telefónicamente a algunos hondureños a cruzar.

"Mira, súbete ya a una cámara y diles que te traigan donde está linterna de mi teléfono, apúrate ahorita que está tranquilo, apúrate", urge por celular un lanchero de nombre Raúl a un conocido hondureño, al que le pidió separarse del gran grupo ante las restricciones del gobierno mexicano.

"Se van a poner igual de perros (la policía federal mexicana) que ayer (jueves), así que le dije que se viniera ya", comentó a la AFP este joven de unos 25 años.

Funcionarios del instituto de Migración de México estaban preparados para recibir en "grupos pequeños" a los migrantes para tramitar sus solicitudes de refugio o visa humanitaria, que es la única forma bajo la cual el gobierno mexicano ha dicho que los dejará pasar.

Un helicóptero de la policia federal sobrevuela el río constantemente y observadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se despliegan en varios puntos de la frontera entre México y Guatemala de más de 900 km, de los cuales unos 600 km corresponden al este selvático estado de Chiapas.

Apoyo de ONU

Para atender la situación migratoria de los hondureños, el canciller mexicano Luis Videgaray se reunió el jueves con el jefe de la ONU, Antonio Guterres, y dijo que recibió su apoyo para que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ayude a procesar solicitudes de refugiados de la caravana.

Por su lado, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, señaló que conversó con Videgaray sobre el apoyo de la ONU ante la llegada de la caravana para finalmente asegurarse de que "solo se tendrá una entrada legal" de centroamericanos por la frontera estadounidense.

El funcionario norteamericano visita México este viernes procedente de Panamá, donde habló con el presidente Juan Carlos Varela sobre la migración irregular.

El periplo por esos dos países coincide con la crisis por la avalancha de migrantes hondureños, quienes quieren escapar de la pobreza e inseguridad por la temibles pandillas y el narcotráfico en su país.

Con una tasa de homicidios de 43 por cada 100.000 habitantes, Honduras es considerado uno de los países más violentos del mundo.

Migrantes hondureños aguardan en el poblado guatemalteco Tecún Umán, fronterizo con México, para reagrupar su caravana y seguir rumbo a Estados Unidos, aunque algunos ya se aventuran a cruzar ilegalmente el limítrofe rio Suchiate, mientras policías antimotines esperan del lado mexicano.

"Vamos a esperar a los que vienen en camino que ya están bien cerca", dijo a la AFP Mario Mejía, un hombre robusto de 46 años que habla con varios de los migrantes que se unieron a la caravana que salió el sábado pasado desde San Pedro Sula, en el norte de Honduras.

Mejía, quien parece ser uno de los líderes del grupo, señaló que al reagruparse enfilarán hacia el paso fronterizo para ser atendidos por las autoridades mexicanas, aunque algunos migrantes ya han pasado desde hace algunos días al otro lado de la frontera.

Los hondureños llegan por grupos a la población fronteriza, pernoctando en iglesias, salones comunales, la estación de bomberos y otros sitios habilitados como refugios, que han abierto las puertas a los migrantes, que podrían sobrepasara los 3.000; otros han dormido en las aceras ante el éxodo masivo.

Esta marea migratoria desató la furia del presidente Donald Trump, quien amenazó a los mandatarios de Guatemala, El Salvador y Honduras con frenar la ayuda económica a sus países si no contenían la caravana. También pidió el miércoles a México detener su avance y advirtió que de lo contrario cerraría con militares la frontera sur estadounidense.

"El camino ha sido muy duro, muy tremendo pero no hay trabajo en Honduras", señaló Glenda Salvador, de 20 años, entre la multitud reunida en el parque de la localidad, a unas calles del puente internacional que une a Guatemala y México.

Salvador decidió salir de su país con sus dos pequeños hijos de 1 y 2 años, junto con sus dos hermanas Karen (17) y Dianixia (22), quien también viaja con un bebé a cuestas. Las tres añoran encontrar un trabajo en Estados Unidos.

"Primeramente voy a pasar, tengo la fe que de una u otra forma voy a pasar", aseguró por su lado Wilson Chacón, originario de la ciudad de Copán, mientras caminaba por una de las calles de Tecún Umán, 255 km al oeste de la capital guatemalteca.

Mejía agregó que intentarán que ninguno de los hondureños cruce en balsas por el caudaloso río Suchiate, fronterizo con México y usado tradicionalmente por los inmigrantes ilegales para evadir los controles oficiales.

No obstante, algunos de los migrantes decidieron cruzar el río para evadir controles.

Vigilancia minuciosa

La posiblidad de que los migrantes crucen ilegalemente el río llevó a las autoridades mexicanas a redoblar la vigilancia en el área fronteriza, llegando a prohibir el flujo de esas lanchas llamadas "cámaras".

Pero en la ribera del lado mexicano, en Ciudad Hidlago, algunos de los lancheros que subsisten con esa actividad intentaban sin éxito convencer telefónicamente a algunos hondureños a cruzar.

"Mira, súbete ya a una cámara y diles que te traigan donde está linterna de mi teléfono, apúrate ahorita que está tranquilo, apúrate", urge por celular un lanchero de nombre Raúl a un conocido hondureño, al que le pidió separarse del gran grupo ante las restricciones del gobierno mexicano.

"Se van a poner igual de perros (la policía federal mexicana) que ayer (jueves), así que le dije que se viniera ya", comentó a la AFP este joven de unos 25 años.

Funcionarios del instituto de Migración de México estaban preparados para recibir en "grupos pequeños" a los migrantes para tramitar sus solicitudes de refugio o visa humanitaria, que es la única forma bajo la cual el gobierno mexicano ha dicho que los dejará pasar.

Un helicóptero de la policia federal sobrevuela el río constantemente y observadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se despliegan en varios puntos de la frontera entre México y Guatemala de más de 900 km, de los cuales unos 600 km corresponden al este selvático estado de Chiapas.

Apoyo de ONU

Para atender la situación migratoria de los hondureños, el canciller mexicano Luis Videgaray se reunió el jueves con el jefe de la ONU, Antonio Guterres, y dijo que recibió su apoyo para que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ayude a procesar solicitudes de refugiados de la caravana.

Por su lado, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, señaló que conversó con Videgaray sobre el apoyo de la ONU ante la llegada de la caravana para finalmente asegurarse de que "solo se tendrá una entrada legal" de centroamericanos por la frontera estadounidense.

El funcionario norteamericano visita México este viernes procedente de Panamá, donde habló con el presidente Juan Carlos Varela sobre la migración irregular.

El periplo por esos dos países coincide con la crisis por la avalancha de migrantes hondureños, quienes quieren escapar de la pobreza e inseguridad por la temibles pandillas y el narcotráfico en su país.

Con una tasa de homicidios de 43 por cada 100.000 habitantes, Honduras es considerado uno de los países más violentos del mundo.

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