En la tranquilidad del retiro de la administración y los cargos públicos, Francisco Barrio Terrazas hace memoria del torbellino que lleva a un pasado de triunfos, derrotas, alegrías y tristezas, culminando en un presente vivo.
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Es un político que no quiso serlo y lo afirma con honestidad al remembrar su niñez en su natal Satevó, Chihuahua, en donde si bien participaba en ciertas tareas partidarias, lo hacía a nivel familiar y con cierto sentido lúdico. Abiertamente lo afirma: “Por esos años realmente el PAN no significó mucho para mí, luego, ya en la capital del estado, curso la secundaria, el bachillerato y vienen los años universitarios y me desconecto completamente del PAN”.
-Sin embargo usted cambia de opinión.
“Bueno, profesionalmente me instalo en Ciudad Juárez y de pronto me topo con que el Comité Municipal del PAN de esta ciudad se ha fijado en mi persona y me invitan a ser candidato a alcalde; vino una especie de duda, viví una especie de agonía esos meses porque por esos años no era cosa fácil enfrentársele al sistema, algunos amigos me decían: ‘Oye Francisco, llevas una bonita carrera, ¿qué vas a hacer al PAN?’, la decisión era de algún modo convertirse en un apestado…”.
En entrevista, explica que su decisión se forjó desde que era presidente de Coparmex en Juárez.
“Estaba muy convencido de su filosofía: defensa de las libertades, la dignidad de la persona humana, la importancia del bien común en la vida pública, todos estos eran valores en Coparmex y desde esta filosofía empiezo a surgir a la vida pública, y cuando me acerco al PAN encuentro que hay una gran coincidencia entre las plataformas de una y otra institución”, dice.
Afirma que fue el licenciado José Rafael Terrazas Cienfuegos quien lo invitó a ser candidato del PAN a la Presidencia.
“Un día en una reunión me dice que está observándome el PAN porque al partido le gustaría que yo fuera candidato a alcalde. Contesté, ‘seguramente me confunden con mi hermano mayor, él sí sabe de estas cosas, yo no sé nada’. Desde luego, primero enfatizaron que me querían a mí. Pedí un tiempo razonable para dar mi respuesta. Ésta fue negativa, aunque ofrecí mi ayuda”.
Finalmente acepta la propuesta de ser el candidato.
Refiere que diseñaron una estrategia para que un frente cívico lo postulara, lo cual prendió entre la gente, “sin importar que yo era un desconocido”.
Al ganar la presidencia municipal de Juárez, recuerda que fue una experiencia abrumadora.
“Tenía 32 años, cero experiencia política y por si fuera poco, no era una alcaldía cualquiera, era una alcaldía de oposición, en un momento en que ser un gobierno de oposición se consideraba por la clase gobernante como una especie de invasión, parecía como si se les hubiera metido a su casa, hagan de cuenta, se sentía así. Lo tomaban casi como una ofensa personal”.
Para 1986, recuerda que aceptó ser candidato a gobernador, donde ocurrió el mentado fraude patriótico a favor del candidato del PRI, Fernando Baeza Meléndez.
Para 1992 acepta ser nuevamente candidato del PAN, donde gana ante el favorito del PRI, Jesús Macías Delgado.
-¿Le fue difícil aceptar la candidatura en 1992?
“Les digo, de plano no quería entrarle, pero fueron muchas las interacciones que me influyeron: la de Héctor Chávez Barrón, la de Javier Corral, la de Francisco Villarreal y desde luego la de mi esposa y obviamente la gran figura de don Luis Álvarez... Finalmente en vísperas de la Convención le dije a Hortensia, mi esposa: ‘muy bien, vamos a dejar ahí el pellejo, vamos a entregar la vida’.
-¿Y su ingreso al Gobierno Federal?
“Efectivamente, participé en el Gobierno Federal de Fox, pero debo decirles que mi relación con él nunca fue buena. Él me veía como potencial enemigo en la carrera rumbo a la candidatura a la Presidencia de la República. Participé tibiamente en su campaña para finalmente, asumir la responsabilidad de la Contraloría y Desarrollo Administrativo de México.
-¿Qué paso en la elección de julio del año pasado?
“Se pensaba que Anaya pudiera ser ese contendiente fuerte que realmente le diera una batalla a López Obrador, pero resultó ser un candidato frío, con una escasísima capacidad de conexión con la gente”.
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