Tres intentos de llegar a Estados Unidos y sobrevivió al desierto entre Sonora y Arizona. Tomando orines para no deshidratarse es como comenzó la historia de la migrante Dora Rodríguez, salvadoreña, que hoy en día es fundadora y directora de la organización estadounidense Salvavision.
Era 1980, Dora, tenía 19 años, había egresado de bachillerato, pero en ese momento en su país de origen, El Salvador, estaba en su apogeo la Guerra Civil.
El sueño de tener una buena vida y de calidad, la hicieron migrar rumbo al norte como miles de jóvenes más que buscaban protección.
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La primera vez que Dora fue detenida al cruzar por Tijuana, fue en enero de 1980; fue arrestada por autoridades de Estados Unidos y deportada, siendo esa la primera vez que ella se subió en un avión, pero iba esposada de manos y pies.
En su país ya había muchas muertes, así que para marzo decidió volver a migrar a los Estados Unidos, pero en aquella ocasión contactó lo que se llama una “agencia de viajes”, que actualmente aún existe y son manejados por el crimen organizado.
En aquel tiempo se cobraba 500 dólares; hoy en día 10 mil. Solo para indicar cuál es la pasada para entrar a Estados Unidos, llegó hasta San Luis Río Colorado y nuevamente vivió la travesía por siete días, caminando por las montañas de Sonora y Arizona.
Llegó a un canal, lo cruzó evitando su miedo por el agua, llegó a Yuma y ahí fue detenida por segunda ocasión, y nuevamente fue de regreso a El Salvador, siendo clasificada como persona que huía de su país.
A finales de junio, volvió a salir al norte, pero este recorrido fue de terror, aunque en aquel año no había un muro, la barrera fue el clima.
Dora recuerda que quienes los llevaban en el desierto de Arizona eran “Coyotes” mexicanos, mismos que los abandonaron a su suerte.
En las primeras horas de la noche, sentían una ola de calor; a la primera hora de caminar dejaron sus maletas, pues creían que iba a ser un viaje y que los esperaría un avión que los trasladaría California, sin problemas, situación que nunca pasó.
Su travesía en Arizona fue que se quedaron sin agua la primera noche, ella junto a otros seis salvadoreños caminaron por seis días en círculo.
Ella sabía que el calor y caminar los iba a deshidratar, por lo que la única manera de sobrevivir fue tomar sus propios orines en un galón.
El verdadero terror comenzó durante las 24 horas después del séptimo día, pues la temperatura marcaba más de 40 grados centígrados.
Fue ahí que perdieron a su primera compañera, era una mujer con sobrepeso que no aguantó el clima, el esfuerzo, y murió; no tuvieron más remedio que dejarla atrás y continuar.
Dos hombres lograron adelantar y llegar a una carretera para pedir ayuda, sin embargo, fueron arrestados por migración. Después de un día más murió más gente, fue ahí que fueron rescatados por autoridades norteamericanas.
Dora ya no fue deportada en esta tercera ocasión, no obstante, tampoco pudo solicitar un asilo político; le permitieron quedarse en Estados Unidos.
Dora declaró todo lo ocurrido, las muertes de sus compañeros y señaló a los polleros; dos años más tarde le permitieron quedarse en ese país, pero solo porque era testigo de los criminales que tenían que perseguir.
Hasta la fecha lleva 42 años dedicada a ayudar a migrantes y fundó su organización, en la cual brinda becas a jóvenes deportados, patrocinadores para migrantes y asesorías en su fundación “Salvavision”.