Una muerte totalmente absurda a los ojos humanos, pero desde la fe un martirio, una ofrenda, exigimos el cese de violencia en todo nuestro país.
"Solicitamos la oración de todos los creyentes y pedimos a nuestras autoridades cumplan con su trabajo de encontrar a los responsables y hacer justicia a todos los que han sido víctimas en esta ola de terror y miedo en estos últimos diez años. También les exigimos la recuperación de los cuerpos que fueron sustraídos del templo parroquial", fueron las declaraciones del Obispo de la Tarahumara, Juan José González Sandoval.
Tras los hechos suscitados la tarde de ayer en la comunidad de Cerocahui comunidad perteneciente al municipio de Urique, en el que dos sacerdotes fueron asesinados luego de que un hombre se refugiara en una iglesia para resguardarse de un ataque, sin embargo, el victimario lo agredió en el interior, al igual que a los dos presbíteros que se encontraban en el templo, cuyos cuerpos fueron retirados por los delincuentes.
Por lo anterior,el Obispo de la Diócesis de la Tarahumara, Juan José González Sandoval, y José de Jesús Mata Pureco, emitieron un comunicado en el que cita: "Con profunda tristeza y dolor lamentamos la muerte inocente del padre Javier Campos, el padre Joaquín Mora y el laico que desgraciadamente perdió la vida junto con ellos, en la localidad de Cerocahui, Urique Chihuahua".
Cualquiera pudiera decir que estuvieron en el lugar y en el momento equivocado, sin embargo, no ha sido así, ya que ambos sacerdotes estaban cumpliendo con su deber de ayudar y socorrer física y espiritualmente a una persona que estaba perdiendo la vida.
Acribillados en el mismo templo, sin más defensa que la fe en ese Dios al que sirvieron durante cincuenta años como sacerdotes. No conformes con matarlos, los asesinos se han llevado sus cuerpos, sufriendo la misma suerte de tantos desaparecidos dejando estela de dolor, tristeza e indignación en todos los que los queremos y quisiéramos rendirles el homenaje que se merecen con unas exequias de cuerpo presente.
Aún consternados y afligidos por estos hechos, solicitamos la oración de todos los creyentes y pedimos a nuestras autoridades cumplan con su trabajo de encontrar a los responsables y hacer justicia, no solamente a ellos, sino a todos los que han sido víctimas en esta ola de terror y miedo en estos últimos diez años. También les exigimos la recuperación de los cuerpos que fueron sustraídos del templo parroquial.
Como Diócesis de Tarahumara nos unimos a la pena que embarga a la familia de sangre de estos hermanos nuestros, a su familia con lazos del espíritu que es la Compañía de Jesús y a la Parroquia de San Francisco Javier en Cerocahui, que los acogió y se desbordó en apoyo y cariño por tantos años en que les sirvieron, no solamente predicando la Palabra de Dios, sino procurado toda clase de ayuda material a la gente más necesitada.
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Una muerte totalmente absurda a los ojos humanos, pero desde la fe un martirio, una ofrenda y el premio a toda su vida de entrega, desprendimiento y amor, que siempre les caracterizó como sacerdotes.
Exigimos el cese de violencia en todo nuestro país y rezamos por las víctimas para que el Señor las reciba como ofrenda agradable y también pedimos por los victimarios para que se conviertan ante el mal que hacen y provocan a toda la sociedad.
"La Santísima Virgen de Guadalupe Interceda por todos nosotros y nos llene de las gracias de su Hijo Jesucristo para que en Él otra realidad sea posible".