Chihuahua, Chih.- Al menos una decena de pequeños, quienes no cuentan con los medios para acceder a su educación virtual, son atendidos en las instalaciones de la Escuela Primaria Ramón López Pérez, donde los voluntarios de la asociación Paz y Convivencia Ciudadana les reciben con gran alegría y convicción para ayudarles a aprender.
El centro escolar, ubicado en la colonia La Soledad, una de las zonas de mayor vulnerabilidad de la zona sur de la ciudad, prestó sus instalaciones para que la asociación pudiera intervenir en las comunidades indígenas, abrió sus puertas para recibir a estos niños y niñas, quienes al igual que otros que aun teniendo los medios electrónicos no avanzan en su educación académica.
Silvia Bustillos, originaria de Norogachi, en el municipio de Guachochi, relató que migraron de la Sierra Tarahumara y ahora viven en el cerro que se ubica pegado a la colonia La Soledad, su endeble vivienda no tiene luz, mucho menos tiene un teléfono celular moderno con WhatsApp que permita que sus hijos envíen las evidencias a su centro escolar.
Silvia, con ayuda de otra mamá de la Escuela Chihuahua, ubicada en la colonia Granjas Cerro Grande, conocía sobre los ejercicios y tareas, pero enviarlos a la maestra se dificultaba. “No son clases, pero les están ayudando a estudiar, Uriel está en tercero y Abdiel en primero”.
La madre de familia relató que desde el martes empezaron a ir a la escuela y van muy contentos al poder ver más niños, “Uriel me dice: ‘Échame un burrito’ para el lonche, se levantan bien temprano para que no se haga tarde”.
Los dos hijos de Silvia desean seguir estudiando y aprendiendo, por lo que quiere obtener una boleta para inscribir a su hijo mayor en un programa de becas, a fin de que tengan una mayor oportunidad de desarrollo.
Silvia mencionó que ha sido muy difícil este periodo sin clases, pues a pesar de que ella pone su empeño para que sus hijos hagan las tareas, no falta que le digan: “Tú no eres mi maestra”, se enfrenta a que no le hacen caso, prefieren ignorarla. “Yo quiero a mi maestra”, es la expresión constante, además de que la bombardean con preguntas como por ejemplo por qué no abren las escuelas, por qué no pueden juntarse con otros niños, cuándo volverán a jugar como antes. Preguntas que se quedan sin respuesta.
Ahora gracias a los voluntarios de Paz y Convivencia Ciudadana, ellos y otros niños de la zona pueden continuar sus estudios.
Al ingresar al centro escolar se les toma la temperatura, y se les dota de gel antibacterial, además de que portan su cubreboca en todo momento. Van de 9:15 a 12:00 horas y son las horas más felices.
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