/ viernes 3 de enero de 2020

Nueva moda en redes sociales, lenguaje agresivo y mala ortografía

Se normaliza "nuevo código de comunicación" con alto nivel de estrés, neurosis y complejo de inferioridad

La mala ortografía, el lenguaje agresivo y palabras altisonantes que se utilizan en redes sociales forman parte de un “nuevo código de comunicación” que se ha normalizado principalmente entre la generación millennials, toda vez que nueve de cada 10 jóvenes usan este tipo de lenguaje y llegan a pronunciar o escribir 10 improperios cargados de coraje y violencia por minuto, afirmó el investigador chihuahuense José Carlos Hernández, en su investigación “Delincuencia cibernética en jóvenes”.

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Este lenguaje se ha normalizado, y resulta permisible hoy en día, pero tiene de fondo un alto nivel de estrés, neurosis, complejo de inferioridad y sistemas mentales de confort mediocre entre quienes la ejercen, señaló.

“Los nuevos códigos comunicativos provocan círculos muy marcados entre lo que se considera correcto y anticuado contra lo novedoso y lo cool, que no es más que una forma de violencia invisible”.

En este sentido, señaló el experto, que cuando las personas se comunican de esta manera hay una discriminación hacia lo correcto y anticuado y es un síntoma de discriminación de quienes ejercen violencia, “poco importa si se escribe bien o no, además de que quienes deliberadamente escriben con faltas de ortografía en redes son personas con mayores problemas para la socialización, y justifican la violencia en sus mensajes como algo normal.

Foto: Especial

“Escribir mal a propósito implica una marcada falta de respeto al lector, por lo que cuando se textea con alguien que hace lo mismo, se produce entonces una comunicación sinérgica de irrespeto total, dando así un muy sutil inicio a una terrible violencia entre ambos sujetos.

La violencia informática, la acción dolosa de enviar a través de distintas redes sociales, textos, videos, u otras impresiones gráficas con alto contenido agresivo y que causan un daño o perjuicio a quien las recibe como reflejo de una descomposición o degradación individual de quien las emite se ha incrementado mucho.

Ser violento en textos o mensajes es un grito desesperado de reconocimiento social, es un grito de querer tener poder y control del cual se ha carecido, un mecanismo de defensa a un síntoma de inferioridad al querer decir inconscientemente “sí existo, valgo, estoy aquí”, acentuándose esa necesidad de aceptación y reconocimiento social cuando la violencia va acompañada de groserías o improperios de alto nivel y que ya forman parte de su psique.

Foto: Ilustrativa

Por otra parte, desde finales del año 2014, el 84% de los rompimientos de pareja o afectivos tienen que ver directamente con hechos vinculados a las redes sociales: infidelidades descubiertas en redes como WhatsApp, Facebook, infidelidades o deslealtades, bullying o violencia moderada hacia la persona receptora, desorden sexuado en textos o mensajes, sexting, acoso material o extorsión.

Sin embargo, la violencia cibernética no es propia de jóvenes millennials, pero sí se les puede atribuir un 63% de los casos, también existe un gran número de adultos involucrados con altos contenidos violentos pudiendo llegar a un 37%.

DEBEN JÓVENES USAR PALABRAS MÁS ADECUADAS

El uso de palabras soeces es un problema social que hay que revertir, obligar de alguna manera a los jóvenes a usar las palabras adecuadas para nombrar a las personas, las características, propiedades o cosas a las que se refieren, pues ahora este lenguaje se usa para cualquier descripción afirmó Enrique Pallares Ronquillo, maestro en Filosofía de la Ciencia y docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UACh.

Dijo que hoy en día los jóvenes han reducido su lenguaje a las palabras soeces, y en la medida en que el lenguaje se reduce y se usan pocas palabras, el acervo conceptual de la persona disminuye y la gente tiende a ser menos inteligente.

Señaló que la inteligencia radica no sólo por el acervo genético, sino que crece en la medida en que manejan más conceptos, más palabras, más ideas, y al tener más ideas, las combinaciones producen una diferencia muy grande para poder hablar del mundo.

“En la medida que hay un vocabulario más extenso, indudablemente se mejora la descripción y visión del mundo, y tal vez se tiene una cosmovisión más racional del mundo, pero en la medida en que reduce el vocabulario, se restringen las descripciones”.

La palabra “cosa”, ejemplificó, es un término muy general y se usa mucho para nombrar a todo, en lugar de decir a cada objeto por su nombre, y esto ha pasado con las palabras altisonantes o soeces, “son términos usados para cualquier descripción de los sucesos o las personas, la palabra güey se usa para casi todo y esto impide aumentar su vocabulario porque es muy fácil usarla”.

“El uso de palabras de este tipo no son de carácter descriptivo, porque hay que entender la intención de la palabra, porque hay quienes lo dicen sin intención ofensiva y pueden caer bien y esto no causa problema, pero hay gente que lo dice de manera intensiva o no distingue la intención y entonces se convierte en un agravio para la persona a quien se dirige”.

Es un problema social que hay que revertir, obligar a los jóvenes a usar las palabras adecuadas para nombrar a las personas, las características, propiedades o cosas a que se refieren con el objeto de que puedan enriquecer el vocabulario”.

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En este sentido, señaló el experto, que cuando las personas se comunican de esta manera hay una discriminación hacia lo correcto y anticuado y es un síntoma de discriminación de quienes ejercen violencia, “poco importa si se escribe bien o no, además de que quienes deliberadamente escriben con faltas de ortografía en redes son personas con mayores problemas para la socialización, y justifican la violencia en sus mensajes como algo normal.

Foto: Especial

“Escribir mal a propósito implica una marcada falta de respeto al lector, por lo que cuando se textea con alguien que hace lo mismo, se produce entonces una comunicación sinérgica de irrespeto total, dando así un muy sutil inicio a una terrible violencia entre ambos sujetos.

La violencia informática, la acción dolosa de enviar a través de distintas redes sociales, textos, videos, u otras impresiones gráficas con alto contenido agresivo y que causan un daño o perjuicio a quien las recibe como reflejo de una descomposición o degradación individual de quien las emite se ha incrementado mucho.

Ser violento en textos o mensajes es un grito desesperado de reconocimiento social, es un grito de querer tener poder y control del cual se ha carecido, un mecanismo de defensa a un síntoma de inferioridad al querer decir inconscientemente “sí existo, valgo, estoy aquí”, acentuándose esa necesidad de aceptación y reconocimiento social cuando la violencia va acompañada de groserías o improperios de alto nivel y que ya forman parte de su psique.

Foto: Ilustrativa

Por otra parte, desde finales del año 2014, el 84% de los rompimientos de pareja o afectivos tienen que ver directamente con hechos vinculados a las redes sociales: infidelidades descubiertas en redes como WhatsApp, Facebook, infidelidades o deslealtades, bullying o violencia moderada hacia la persona receptora, desorden sexuado en textos o mensajes, sexting, acoso material o extorsión.

Sin embargo, la violencia cibernética no es propia de jóvenes millennials, pero sí se les puede atribuir un 63% de los casos, también existe un gran número de adultos involucrados con altos contenidos violentos pudiendo llegar a un 37%.

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El uso de palabras soeces es un problema social que hay que revertir, obligar de alguna manera a los jóvenes a usar las palabras adecuadas para nombrar a las personas, las características, propiedades o cosas a las que se refieren, pues ahora este lenguaje se usa para cualquier descripción afirmó Enrique Pallares Ronquillo, maestro en Filosofía de la Ciencia y docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UACh.

Dijo que hoy en día los jóvenes han reducido su lenguaje a las palabras soeces, y en la medida en que el lenguaje se reduce y se usan pocas palabras, el acervo conceptual de la persona disminuye y la gente tiende a ser menos inteligente.

Señaló que la inteligencia radica no sólo por el acervo genético, sino que crece en la medida en que manejan más conceptos, más palabras, más ideas, y al tener más ideas, las combinaciones producen una diferencia muy grande para poder hablar del mundo.

“En la medida que hay un vocabulario más extenso, indudablemente se mejora la descripción y visión del mundo, y tal vez se tiene una cosmovisión más racional del mundo, pero en la medida en que reduce el vocabulario, se restringen las descripciones”.

La palabra “cosa”, ejemplificó, es un término muy general y se usa mucho para nombrar a todo, en lugar de decir a cada objeto por su nombre, y esto ha pasado con las palabras altisonantes o soeces, “son términos usados para cualquier descripción de los sucesos o las personas, la palabra güey se usa para casi todo y esto impide aumentar su vocabulario porque es muy fácil usarla”.

“El uso de palabras de este tipo no son de carácter descriptivo, porque hay que entender la intención de la palabra, porque hay quienes lo dicen sin intención ofensiva y pueden caer bien y esto no causa problema, pero hay gente que lo dice de manera intensiva o no distingue la intención y entonces se convierte en un agravio para la persona a quien se dirige”.

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