El ser de origen indígena no lo ha detenido para luchar por sus sueños y convertirse en uno de los primeros luchadores de su comunidad, explicó Dinastía Indígena, quien pidió reservar su verdadero nombre.
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Fue la discriminación que sufrió en la escuela lo que lo motivó para querer ser luchador profesional. “Yo me dije: Algún día tengo que estudiar box, porque sí me daban mis guamazos”, comentó.
El originario de la comunidad mazahua comentó que comenzó entrenando solo y para poder agarrar condición siempre solía ir por agua al manantial, lo que representaba más de 20 kilómetros de camino.
Un día decidió llegar a Ciudad Juárez vendiendo chicles afuera de una farmacia en la zona centro, logró sobrevivir junto con su madre, además de poder sacar para pagar el gasto que representaba estudiar box.
“Fue aquí donde yo comencé a ver más el deporte de la lucha y me encantó, después de pasar por un gimnasio muy conocido en la calle Mariscal (que ahora ya no está) comencé con todas las actividades de la lucha, y aquí estoy”, comentó.
Tener un certificado que ahora lo acredite como luchador profesional le llena de orgullo y motivación para poder seguir adelante cumpliendo sus sueños, tiene muchos, así como el alentar a su comunidad mazahua a realizar lo que tanto anhelan, sin dejar que las discriminaciones les corten sus alas.
El atuendo que utiliza Dinastía Indígena integra los tres colores representativos de México: verde blanco y rojo, así como un águila que fue escogida por él de acuerdo a que considera que esta ave representa la libertad de poder volar muy alto.
“Para mí este es un animal muy valiente, que vuela muy alto, que a pesar del aguacero, la tempestad y el aire siempre ha volado y no vuela sólo aquí, sino muy lejos, me identifico”, expresó.
Hoy agradece a quien fue su inspiración y quien le enseñó grandes trucos dentro de este deporte, el señor Cinta de Oro.
Dinastía, además de ser luchador y comerciante de artesanías, también es servidor de la comunidad, herencia que le dejó su madre, quien falleció hace algunos años.
“Ella me enseñó desde chiquito a ser buena persona y a estar siempre al servicio no sólo de mi comunidad, sino de quien me necesitara, ella era muy buena persona y siempre se preocupaba por todos, yo aprendí de ahí”, platicó.
Barriendo calles, plantando árboles, ayudando a la gente a poner el techo de su hogar, son algunas de las actividades que este luchador realiza para apoyar a la gente.
Comentó que actualmente sigue siendo víctima de discriminación aquí en la ciudad e incluso de las mismas autoridades, todo por ser indígena.
“Pero eso no me importa, nunca me ha importado, al contrario, eso me alienta y motiva a seguir adelante, tengo muchas ganas de progresar”, compartió.
Finalmente, dijo que sus planes son seguirse preparando para algún día ser parte de una lucha en arena grande, así como terminar su preparatoria para posteriormente ingresar a la universidad y hacer una Licenciatura en Derecho.
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