Juarenses abarrotan el río Bravo y el dique de Anapra, ubicadas al norponiente de la ciudad.
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Alrededor de 200 personas se congregaron en este río para mitigar la temperatura que alcanzó ayer los 42 grados centígrados.
Niños, jóvenes y adultos llegaban con flotadores inflables para echarse un clavado, y nadar hasta agotar las energías, o al menor hasta dejar de sentir calor por un rato.
¡Échate un clavado!, ¡Échate un clavado!, se podía escuchar entre las decenas de familias que habían llegado desde temprano y que esperaban irse hasta que el sol se ocultara.
Samuel Montoya acudió con nueve familiares, quienes dijeron no aguantar el calor que se sentía en el hogar, por ello, recurrieron al lugar que desde niños frecuentaban.
“Sí ayuda mucho venir aquí, ahorita está el calor y están los niños en la casa, aburridos venir aquí, pues es lo mejor”, expresó.
Montoya recordó como de chiquito sus papás solían traerlo a este lugar donde pasaba horas y horas bajo el agua, ahora él ha decidido traer a sus hijos y pasar un momento agradable después del confinamiento que no les permitió salir de su casa durante meses.
La familia conformada por varios integrantes llegó desde la colonia Felipe Ángeles y la avenida Las Torres. Pensaban hacer una comida e irse de regreso a casa.
En un recorrido de El Heraldo de Juárez por el río Bravo y el dique de Anapra se pudo apreciar cómo la gente comenzaba a llegar conforme avanzaban las horas en trocas cargadas de sillas, carpas y algunos salvavidas.
Durante varios meses estos lugares permanecieron solos debido a la presencia de autoridades que vigilaban que nadie asistiera a espacios públicos para evitar aglomeraciones y controlar la propagación del virus.
Sin embargo, tras avanzar al color naranja del semáforo de Covid-19, ciudadanos comenzaron a buscar alternativas para salir y pasar un momento en familia, fuera de casa.
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