Para el señor Napoleón Sepúlveda Moreno, lo único que le queda es esperar que se haga justicia y que sean encarcelados los asesinos de su hijo Jesús Sepúlveda.
El pasado 27 de septiembre, su hijo fue atacado a tiros por un grupo de supremacistas que se dedican a vigilar la frontera de Estados Unidos en busca de migrantes.
Jesús murió en el desierto de Sierra Blanca y desde entonces, Don Napoleón a movido cielo, mar y tierra para que le sea entregado el cuerpo de su hijo.
Con el rostro cabizbajo, recuerda aquel día, cuando él salió de su rancho en Torreón y un hermano fue quien le dio la terrible noticia.
Ellos fueron los primeros informadores de que "Chuy" estaba desaparecido junto con otros 12 migrantes, pero horas después le confirmaron que el había sido asesinado.
Otros migrantes lograron escapar, pero algunos fueron lesionados, entre ellos una mujer que se encuentra internada en el Hospital del Sol en El Paso.
Jesús buscó cruzar y llegar hasta Austin, Texas, con la intención de juntar un dinerito para hacer su casita y darle una mejor vida a su esposa y sus dos hijas.
Ellos señalan a dos ciudadanos norteamericanos como los responsables de arrebatarle la vida, a quienes señalan de racistas.
Aunque ellos ya fueron detenidos, esperan que se haga justicia, ya que para Don Napoleón ellos son unos criminales y no dudan que hayan asesinado a más migrantes.
Ahora tendrá que esperar una semana para que les entreguen el cuerpo de Jesús y después será llevado para darle el último adiós y sepultarlo en Torreón.
"Mi hijo era trabajador, quería una mejor vida para su familia, el no le hizo daño a nadie, su propósito era hacer su casita", recordó.
Finalmente, solicitó ayuda a las autoridades norteamericanas, al Consulado de México en Estados Unidos ya la ciudadanía, para que este crimen no quede impune y los responsables sean castigados.