Luis Trinidad Hernández Terrazas nació en Chihuahua en 1906, fue un ingeniero en electricidad, fundador de la empresa LTH, reconocida por la producción de baterías automotrices de alta calidad a nivel internacional.
Durante su juventud Luis T. Hernández observó los problemas que enfrentaban los autos para arrancar, ya que en esa época funcionaban con una manivela llamada popularmente cran, que era difícil de usar y hasta peligrosa, ya que era dura y pesada y la gente tenía que hacerla girar cada vez que echaba a andar un vehículo.
Las baterías que conservaran su energía por mayor tiempo fueron la respuesta a ese problema. Y el joven prodigio que había estudiado “electricidad” por correspondencia, quien entonces tendría menos de 20 años, se sumó a la carrera por lograr un diseño de baterías automotrices.
LTH, “El alma de su automóvil”
Así fue como Luis T. Hernández desarrolló la tecnología patentada para la producción de baterías de plomo-ácido selladas, una tecnología que se sigue usando hasta la fecha, en la mayoría de los automóviles.
Buscando mercado para la patente de sus baterías, dejó el estado de Chihuahua y se fue a vivir a Monterrey, donde la industria estaba floreciendo.
En la “Sultana del Norte”, nació LTH en 1928, y rápidamente se convirtió en uno de los principales fabricantes de baterías automotrices en América Latina. Para ello, Hernández también estableció alianzas estratégicas con empresas líderes en el sector automotriz, lo que ayudó a posicionar a LTH como un proveedor confiable.
Con el tiempo, las baterías LTH se convirtieron en una de las marcas más populares y confiables en el mercado mexicano y se expandieron a otros países de América Latina y el Caribe. Además, la compañía de Hernández se diversificó en otras áreas, como la fabricación de partes para automóviles y la producción de paneles solares.
Cabe señalar, que cuando la empresa era joven cambió su slogan de “Siempre Lleno” por “El alma de su automóvil”. Aquel famoso slogan ha durado más de medio siglo, hasta que en el año 2002, cuando cambió un poco para quedar en: “El alma de tu automóvil”.