La soledad y nostalgia por haber dejado a su padre en Venezuela, provocó que América Rivera se entregará a la Patrulla Fronteriza, después, que ya estaba instalada trabajando en una fondita en el Centro de Juárez vendiendo áreas y empanadas.
“Una de mis principales motivaciones de entregarme es mi papá, mi papá ha pasado hambre no está comiendo bien, lo poquito que he ganado acá se lo he mandado a él y el saber que uno come bien aquí y ellos pasando hambre y uno se motiva a perder o ganar; a vivir o morir al final ya no te importa nada es arriesgar todo”, expresó América, quien rompió en llanto.
La venezolana viajó de Colombia a México, tardó 10 días y del sur de este país a Ciudad Juárez tardó tres días, llegó en tren el 25 de enero del presente año.
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“Mi travesía fue fuerte, pero lo más fuerte fue cuando me monte en el tren, es que le dicen La Bestia, ahí venía arriba duramos tres días viajando, sentía los pies grandes del frío, se me estaban congelando, la gente nos aventaba ropa y cosas para taparnos”, describió América.
Contó que a ella y sus compañeros nunca les tocó malos tratos ni extorsiones y ella traía su permiso de viajante para estar en México.
Algunas noches dormía en las calles con sus compañeros, pero esta semana se entregó a la Patrulla Fronteriza por la puerta del muro fronterizo número 40, además, dijo que no quería esperar a mayo cuando se haga la eliminación del Título 42, ya que tiene conocimiento que vendrá más migrantes y para esa fecha, será un caos los encuentros con las autoridades norteamericanas y el procesamiento en Estados Unidos.
“En mayo habrá muchas personas, estará muy congestionado, unos somos gente tranquila y otros son muy escandalosos, prefiero entregarme ahora y si me devuelven, tendré que entregarme con toda la bola de gente”, dijo la migrante.
A la venezolana, ya la espera su sobrino, quien está en Tampa, Florida, también tienen gente Canadá.
Al llegar a Juárez, el panorama para la venezolana fue bueno, consiguió trabajo en casas de familias juarenses y en un pequeño restaurante en la zona Centro ubicado en la calle Manuel Bernal, donde vendía arepas y empanadas.
Estaba necesitada de trabajo, caminaba por el Centro y llegó al restaurantito y preguntó al dueño qué si necesitaba cocinera y de inmediato la contrataron y empezó a promocionar las arepas y empanada y otros platillos venezolanos y les fue bastante bien.
De las mejores cosas que se lleva América, de su pasó por Juárez, es el intercambio de recetas culinarias, pues aprendió a hacer comida mexicana, como chilaquiles, enchiladas, pozole, burritos, tortas y frijoles.
“Me despedí de la familia con la que trabajaba, me despidieron muy bonita, son una bendición ella y sus hijos.
Finalmente al mediodía, América emocionada brincó el río Bravo y se entregó a la Patrulla Fronteriza con la fe y esperanza de quedarse en Estados Unidos y comenzar allá su venta de arepas y empanadas, pues es chef, además es instructora de ejercicios cardiovasculares y naturista.
