"No importa lo que digan, nos la vamos a jugar"; migrante tras entregarse a CBP

Los primos habían llegado por la mañana al campamento Samaritano y pasado el mediodía, aproximadamente a las 14:00 horas, llegaron las camionetas y vans de la Patrulla Fronteriza

Liliana Torreso / El Heraldo de Juárez

  · martes 7 de mayo de 2024

Foto: Liliana Torreso / El Heraldo de Juárez

Flor y Carlos son primos, llegaron desde Zacatlán de las Manzanas en Puebla, México, cruzaron parte del desierto de Sonora y Arizona, tuvieron que migrar por la falta de trabajo y crisis económica los hizo decidir salir de su lugar de origen.

“Se han enfermado nuestros papás, tuvimos que buscarle, por otro lado, porque no hay trabajo, tuvimos que llegar aquí caminando”, contó Carlos, de 35 años de edad.

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Ambos consideran que su estado es muy bonito, sin embargo, la falta de recursos los hizo arriesgar su vida y llegar como fuera a Estados Unidos, lo más difícil fue caminar por ocho días para llegar al muro fronterizo, horas en el desierto, hasta que se encontraron el campamento samaritano.

“Es mucho sufrimiento, pasamos mucha hambre, sed y no es porque queremos estar aquí, fue porque no hay trabajo”, aclaró Carlos.

Respecto a los riesgos vividos en el camino y cómo fue llegar a Estados Unidos, Flor comentó: “Uno nunca sabe qué es lo que le espera, simplemente decidimos venir, aunque acá, no tenemos a nadie, el plan es conseguir trabajo, si nos dio miedo, pero aquí seguimos”.

Los primos habían llegado por la mañana al campamento Samaritano y pasado el mediodía, aproximadamente a las 14:00 horas, llegaron las camionetas y vans de la Patrulla Fronteriza, para llevar a todos a un Centro de Procesamiento en Tucson, Arizona.

Aunque el gobierno de Estados Unidos sigue emitiendo anuncios sobre sanciones para quien entre de manera irregular e informando que el 80 por ciento de quienes cruzan por el desierto, río y atravesando el muro son deportados, los poblanos dijeron que no importa, pues se tienen que arriesgar.

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“No nos importa lo que digan, será lo que Dios diga, nos la vamos a jugar como buenos mexicanos que somos”, expresó Flor, de 24 años de edad.

Ambos primos fueron muy claros en destacar que su sueño no es el “americano”, sino conseguir dinero y construir algo en su pueblo para vivir de eso y poder volver.

“Más que nada queremos ayudar a nuestros padres”, fueron las últimas palabras de Carlos, antes de salir corriendo a su encuentro con la Patrulla Fronteriza.