Ciudad Juárez brinda trabajo y alojamiento a decenas de personas que vienen del sur de la república con la esperanza de poder cruzar a los Estados Unidos.
Muchos de ellos pertenecen a diferentes grupos étnicos de los estados de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Tlaxcala, personas que vienen acompañados de varios integrantes de su familia, incluyendo a niños en brazos e infantes menores de 5 años que trabajan junto con sus padres en diversas actividades para buscar el sustento diario.
➡️ Únete al canal de WhatsApp de El Heraldo de Juárez
En el cruce de las avenidas Vicente Guerrero y Bermúdez, a un costado del antiguo Galgódromo de esta ciudad, se puede observar de manera permanente a un hombre de mediana edad acompañado de una niña de aproximadamente 6 años de edad, pareja que sobrevive haciendo malabares ante los automovilistas cada vez que el semáforo cambia a rojo.
"Todos los días venimos mi hija y yo a tratar de ganar unas monedas, llegamos a Juárez hace como tres meses y no hemos podido cruzar al otro lado; el ‘pollero’ nos pide 3 mil dólares a mi esposa, mi hija y otro hijo y a mí para podernos cruza. No tenemos ese dinero", señaló el señor Jacinto R., integrante de la etnia triqui de Oaxaca, quien salió de su comunidad empujado por la abrumante miseria en que vivían en aquella parte de la república.
Jacinto comentó que en Oaxaca tenía tierras de siembra que trabajaba junto con un hermano, sin embargo, hace dos años hubo una tormenta muy intensa que inundó todos los plantíos y dejó la tierra prácticamente inutilizable.
Luego de eso se dedicó a cuidar las tierras de su cuñado a lo largo de un año, pero no contaba con un ingreso fijo y permanente y ya no había dinero suficiente para mantener a su esposa y dos hijos.
"Era tal la pobreza en la que vivíamos que había alimentos que mis hijos ni siquiera conocían, llegamos a Juárez a casa de una cuñada y nos pusimos a trabajar para juntar para el ‘pollero’ porque mi hermano está en Midland y allá tiene trabajo para mí, pero ya nos dimos cuenta que es muy difícil llegar allá, más con niños pequeños", refirió Jacinto.
El originario de la etnia triqui indicó que así como llegaron él y su familia, junto con ellos llegaron más familias de Chiapas , Guerrero y Tlaxcala, personas que viajan en camiones piratas que salen desde Chetumal y su último destino es Ciudad Juárez.
"Ya cuando llegas aquí te das cuenta que tienes que ganarte la vida y sacar para la papa de a cómo sea y dónde sea, así que mi hija y yo nos pusimos a aprender malabares y nos venimos a este crucero. La verdad es que es una forma honesta de vivir y tenemos una mejor condición de vida que allá en Oaxaca", agregó el entrevistado.
En diversos cruceros de la ciudad pueden observarse a mujeres acompañadas de niños y bebés en brazos que caminan entre los coches cuando el semáforo se pone en rojo, aprovechando los pocos segundos en que se detienen los autos para solicitar una moneda a los guiadores.
Muchas de estas mujeres se han visto obligadas a comprar implementos y herramientas para poder limpiar los vidrios frontales de los autos, como una forma de ofrecer un servicio y recibir algún tipo de remuneración por ese trabajo.
"He visto que a la gente de Juárez no le agrada mucho dar dinero a cambio de nada, como que tienen que ver que te esfuerzas y ofreces algo a cambio para que ellos puedan darte una moneda. Nos vemos obligados a que los niños se sumen a nuestro trabajo y ayuden a conseguir dinero para podernos mantener", dijo Jacinto.
Aunado a las familias que vienen a ciudad Juárez, procedentes de otras partes de la república, se suman personas en situación de movilidad que vienen de Guatemala, Honduras y Venezuela, mismos que también deben de ejercer algún tipo de trabajo para recibir una remuneración y contar con algún recurso para poder cruzar a Estados Unidos y continuar en la búsqueda del sueño americano.