“Bendito sea Dios”, fueron palabras que expresó Julio, migrante venezolano, quien llegó al aeropuerto de El Paso, no obstante, sólo logró ver los aviones y de ahí fue expulsado a México, sin que las autoridades americanas le informaran, pero a él en esta ciudad no se le cerraron las puertas.
El 10 de octubre, Julio llegó a Ciudad Juárez, tras una noche de hotel, se entregó a la Patrulla Fronteriza del Sector de El Paso, Texas, al recibirlo le dieron una pulsera color rosa y fue trasladado a un albergue para que comenzara su procesamiento, él tiene familia en Florida, Naples, había pasado a las autoridades americanas teléfono y dirección, en ese momento le dieron otro brazalete con un código de barras.
“A mí ya me iban llevando para el aeropuerto, me iban a entregar ahí, vi los aviones dije Bendito Dios, pero se regresó el bus, me llevaron primero a un refugio donde llegué y luego al último, me dieron ropa“, platicó Julio.
Preguntó porque los habían regresado del aeropuerto, y dijeron que no había vuelos, que saldría al día siguiente.
El 13 de octubre, al mediodía, lo volvieron a sacar en el autobús, le dijeron que tomara sus pertenencias, por lo que el venezolano, creyó que iría nuevamente al aeropuerto, sin embargo, los americanos los retornaron a esta ciudad a las 14:00 horas.
“Nos trajeron engañados los americanos, me bajaron del bus y dijeron las manos atrás y caminen por este camino derecho, hasta nos dijeron Feliz Viaje y suerte, iba caminando por el puente, cuando vi la bandera de México y Estados Unidos, sabía que algo no estaba bien, seguí y me recibieron autoridades de aquí y ellos nos explicaron que nos sacaron de Estados Unidos”, contó el migrante como fue su expulsión.
En migración de México, le entregaron un papel donde decía que podría permanecer por 15 días, fue cuando Julio, rompió en llanto, por que como él dice, en estas situaciones, “Los Hombres también lloran”.
El gastó 2 mil dólares, vendió muchas de sus pertenencias en Venezuela para juntar el dinero, caminó siete días por montañas, barrancos y ríos, incluso estuvo a punto de ahogarse, por una corriente que derribó la lancha en la que iba, sin embargo, logró salir, tardó 32 días en llegar a Ciudad Juárez.
Al quedar sin nada en las calles de Juárez y sentir hambre, acudió al hotel donde se había quedado una noche y ahí llorando pidió ayuda y comida.
“El dueño del hotel, nos vio, nos regaló comida, cuando le dijimos que nos urgía trabajo, nos dijo que él podía darnos apoyo, llenamos los requisitos y ahora vamos a trabajar con él, a nadie le falta Dios, nos abrazó, no cabe duda que hay gente buena”, externó Julio.
En Venezuela se encuentra su hijo de cinco años y su esposa, ahora el plan es trabajar un tiempo en Ciudad Juárez, guardan sus brazaletes para intentar entrar a Estados Unidos de manera legal, ya que no firmó carta de deportación.