En la antigüedad se hablaba de un grupo de mujeres temerarias que luchaban con arco y flecha para defender su reino de hombres despiadados. Esta clase de superheroínas eran llamadas amazonas, por ser una comunidad de valientes guerreras que defendían sus intereses ante dioses y tiranos. Si bien hoy día no existen adversarios ni contendientes de esa magnitud, la leyenda de aquellas descomunales féminas sigue vigente.
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Es el caso de la artista y filántropa Jane Terrazas, originaria de Ciudad Juárez, Chihuahua cuyas hazañas bien podrían ser narradas por Heródoto o Plutarco, por enfrentarse de manera puntual al monstruo de la desigualdad e indiferencia. Ya que a pesar de haber comenzado a temprana edad y sin mucha idea de los retos a los que se enfrentaría por defender a la naturaleza y empoderar a mujeres de escasos recursos, Terrazas puede sentirse confiada de que su obra impactará a cientos de personas en el presente y lo venidero mediante su discurso textil.
¿Puede el arte hacer urdimbre y sanear el tejido social?
“Sí.”afirmó de manera muy sonora la activista política de 37 años, quien ha logrado grandes proezas obrando en colectivo. Su continuo contacto con la cosmovisión de los rarámuris, más sus estudios en el extranjero le han permitido aprender conceptos como ‘riqueza colectiva’, y ‘responsabilidad compartida’, algunas claves para revertir la marginación y habilitar sociedades/mecanismos disfuncionales. “Cuando estudié en Japón entendí que todos sus procesos creativos y operativos caminaban en una dirección que no interfiere con la naturaleza. Los recursos como agua, tierra y aire son apreciados como entidades vivas al igual que las personas. De modo que cuando se hace abuso de estos se reprende y se repone la falta”. expresó Jane, quien en su propia experiencia a través de la fundación NI EN MORE, ha aprendido que las personas ponen su corazón y energía únicamente en proyectos en los cuales confían.
“La sed de querer brindar alternativas a grupos que difícilmente tienen acceso a oportunidades era una inquietud permanente en la cabeza. Afortunadamente en Chihuahua convivimos con el pueblo rarámuri, cuyas mujeres tienen un sentido innato del emprendimiento y emancipación.” continuó la también diseñadora gráfica.
Y es que en tan sólo un lustro Jane junto con su socia y amiga, la artista noruega Lise Bjorn, han logrado crear un studio de moda sustentable de alto impacto desde el año 2017, que emplea desechos de comercios, restos de naturaleza muerta entre otros elementos para confeccionar vestidos espectaculares, que narran de manera muy sucinta pero sustancialmente las problemáticas que padece Juárez en materia de trabajo, solidaridad y desarrollo. La indumentaria creada día tras día por las 17 mujeres que conforman el equipo regular del taller, ha sabido acaparar la atención de las publicaciones más importantes del mundo de la moda como Vogue, Elle y Vanidades, entre otras, ofreciendo su visión de los tiempos modernos, así como una posibilidad más para aquellas mujeres que sólo han conocido las puertas cerradas.
La ciudad de las maquilas
Tal y como afirmó en su momento el gran poeta y periodista cubano Nicolás Guillén, ‘nadie puede ser indiferente a ese gran río de huesos, sueños y sangre’, así fue cómo surgió el deseo de Terrazas por movilizarse en consonancia con el contexto que se vive y respira en la región fronteriza.
“A Juárez le robaron la posibilidad de ser una urbe para las personas, su trazado está pensado para las fábricas y maquiladoras, no para efectos habitacionales, lo cual ocasiona que sus moradores se sientan oprimidos. Si bien su presencia contribuyó a la aceleración económica de la zona y la entidad en general, el desarrollo social ha sido dispar; ya que el sistema no favorece a sus pobladores. En muchos casos parte de la opresión que se vive en el interior de las fábricas llega hasta los hogares de sus empleados, replicando modelos de violencia que lastiman profundamente a sus ciudadanos.” aseveró la artista, quien para entender mejor la atmósfera en la que ha crecido decidió utilizar técnicas textiles y patrones visuales propios del desarrollo fabril, para incorporarlos en su propia obra y evidenciar la explotación que se hace sin conciencia del Río Bravo y seres humanos por igual.
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La intención es el principio de la solución
Tras mucho tiempo de observar que el apoyo no llega a los segmentos más desatendidos o no al menos en suficiencia, otros activistas ambientales se han sumado a las demandas de Jane en lo que respecta a la protección del del Río Bravo, mediante campañas y programas como los del Frente Amplio Ambiental del Norte y la Defensa del Río Bravo, quienes han alzado la voz para denunciar ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) el mal uso del cuerpo de agua.
Tan sólo en los últimos años la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS), han utilizado ese cauce para depositar aguas negras del drenaje, sobre su afluencia, pero lo que es aún peor, fábricas situadas al otro lado de la frontera en EU también arrojan sus desechos químicos al río, generando ecocidio en su parte proporcional fronteriza.
Al respecto Terrazas finalizó: “Puede no ser mucho, pero si tan sólo todos tuviéramos la intención de empezar a ser agentes del cambio a través de nuestras herramientas, seríamos imparables. No basta con preocuparse por un problema, debemos ocuparnos activamente en ello.” A la fecha la pérdida es incalculable, tanto agricultores del Valle de Juárez como habitantes de los alrededores han sido víctimas del tratamiento del río como canal de desagüe, ocasionado problemas de salud y extinción de la biodiversidad. De seguir así la tendencia, el Río Grande como también se le conoce al Río Bravo pudiera desaparecer por siempre en muy poco tiempo y trastocar abruptamente el rostro del desierto irreversiblemente.