Además de todas las situaciones de riesgo que viven los migrantes en su travesía en camino a su destino que es Estados Unidos, lo que más los golpea es la soledad, ya que muchos viajan solos.
Algo que alivia el no perder el arraigo a su país de origen a su familia y les ayuda a mitigar la soledad, depresión y ansiedad es la compañía de un perro.
A lo largo del año, se pudo apreciar muchos migrantes que llegaban, principalmente desde Venezuela, acompañados con el que llaman “el mejor amigo del hombre, un perro”.
Kemba, es un perrito de seis meses que acompañó a Marwin es de Chile, adoptó a su mascota en desde Colombia y llegó arriba del tren en compañía de su animalito.
“Kemba es como un hijo para mí, yo voy a hacer todo lo posible para pasarlo para aquel lado (Estados Unidos) como sea”, dijo el Chileno.
Lo más difícil que vivió Marwin con su perrito fue atravesar la selva, pues los días que camino por el Darién, cargo a su perrito, que es de tamaño mediano.
“Lo cargué, me lo puse en los hombros, atravesamos ríos, en varios países me lo querían comprar pero no lo vendo porque es como un hijo”, reiteró el migrante.
A su paso por varios países, todos querían que les dejara el perro, pero siempre se negó sin pensarlo. “Yo siempre dije que no que es mio, voy para adelante con él, de que me lo quiten prefiero devolverme con el mismo”, contó Marwin de 21 años de edad y que viajaba sólo con Kemba.
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Contó que otro episodio muy fuerte que vivió con su perrito fue la travesía arriba del tren, pues temía que su perro cayera pero lo abrazó todo el camino.
“Nunca me sentí solo y los ratos de depresión abrazaba a Kemba, creo que él entiende mi sentir”, finalizó Marwin.