A comparación de otros días esta mañana el atrio de la Catedral lució prácticamente vacío, no se encontraban los migrantes que estuvieron durmiendo desde hace unas semanas.
Se pudo apreciar a varios personas entre niños y adultos al lado contrario del que estuvieron ocupando días atrás.
Justo al exterior del edificio, pegados a la reja del lado de la calle 16 de Septiembre, los migrantes acomodaron algunas cobijas para que los niños pudieran descansar durante la noche.
En sus rostros se ve la desesperación y el temor por lo ocurrido el pasado lunes en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración.
"Al llegar a Juárez nos dicen que allá es adonde tenemos que llegar, usted cree que quiero ir a ese lugar de muerte, claro que no, ahora no sé dónde buscar un permiso", relató una migrante que por miedo no proporcionó su nombre.
"Mamá tiene miedo, me platicó que muchas personas ya no pueden estar con sus familias, unos señores los encerraron y se quemaron, nosotros no queremos quemarnos", platicó Isabela, una niña venezolana.
Un grupo distinto y más grande al que se instaló en el atrio, se observó en el kiosco que se ubica en la Plaza de Armas, donde los migrantes aseguraron van a permanecer.
"Aquí vamos a estar, ya no confiamos en las personas de los albergues, en las autoridades, vea lo que hicieron, nos quitaron a muchos compañeros de camino", mencionó con lágrimas en los ojos el venezolano Alejandro.