Con cobijas, camisetas o toallas, niños, mujeres y hombres migrantes caminan kilómetros por el bordo del río Bravo para llegar al Border Safety Initiative marker (BSI / Marcador de Iniciativa de Seguridad Fronteriza) 36 y 42.
Sin importar el fuerte sol, nada los detiene para cruzar el río Bravo y burlar la Guardia Nacional Texana y esperar entregarse a la Patrulla Fronteriza que sigue dando entrada a migrantes.
“Buscamos lugares por donde entrar, aunque estén los alambres de púas no metemos y si los militares no nos ven, ya estando del lado de Estados Unidos no nos pueden volver a sacar y lo que toca es caminar hasta donde están dejando entrar”, comentó Ladie, venezolana.
La migrante junto con un grupo de amigos fue expulsada el martes del BSI 28, sin embargo, esta mañana nuevamente estaba esperando el cambio de guardia de los militares texanos para cruzar el río Bravo y caminar hasta la puerta del muro 36 o 42.
En estas dos puertas siguen siendo cientos de personas las que se resguardan con sus cobijas esperando ser procesadas.
También se puede observar que muchos de los que van caminando por la deriva del río Bravo, ya llevan sus bolsas de mandado en las que cargan agua, jugos y soda, ya que con el dulce de los líquidos logran aguantar el hambre.
Algunos también llevan, pollo, papitas o pan, sin embargo, todo lo tienen que meter a través de los alambres de púas, porque aunque ya estén de lado norteamericano, la Guardia Nacional de Texas se los tira.
Igualmente, Eduardo acompañante de Ladie, indicó que a ellos cuando esperaban entrar en el Marcador de Iniciativa de Seguridad Fronteriza, los militares le tiraron cinco litros de agua, mientras no estaba la Patrulla Fronteriza.
Aunque todas las autoridades de Estados Unidos siguen exhortando y advirtiendo sobre sanciones a migrantes al cruzar por el río, ya que es ilegal, los centroamericanos y sudamericanos no pierden la ilusión que los dejen en el vecino país.