Además de enfrentar los cientos de obstáculos con los que se topan los migrantes para llegar hasta los Estados Unidos, el quedarse varados en esta frontera los hace enfrentarse a otros retos y acciones que tienen que ver con su cultura, sus orígenes y su forma de vivir.
En los albergues de la localidad habitan miles de migrantes que han llegado en los últimos meses hasta Ciudad Juárez, quienes a su vez, han tenido que adaptarse a vivir como cualquier otra persona en esta localidad, es decir han adoptado la alimentación, ritmo de vida y hasta de empleo para poder esperar y saber qué pasará con ellos.
Tal es el caso de María Andrea, una migrante de 34 años originaría de Guatemala y quien llegó al gimnasio Kiki Romero hace diez días.
Durante su estancia en esta ciudad, se ha adaptado a la comida que se le brinda en el albergue instalado en el gimnasio, ya que aseguró a este medio que en su país de origen se alimentaba de hierbas.
Según contó a este medio, debido a que vivía en aldeas en Guatemala el poder comer pollo o carne era de vez en cuando, sin embargo en el gimnasio ahora se alimenta de pollo, cereales y demás alimentos que les proporcionan.
En cuanto al clima e idioma dijo que poco a poco logra comunicarse más con las personas, sin embargo las temperaturas de esta frontera contó que eran similares a las de su país.
Ella llegó junto con su hijo de dos años cruzaron a los Estados Unidos, ya que desde hace varios años su esposo vive en Houston, Texas y busca poder reunirse con él.
Pese a su lucha por cruzar la frontera, terminó de regreso hace unos días en Ciudad Juárez, al ser retornada bajo el llamado Título 42.
Ahora ella junto con su hijo, se adaptan a esta ciudad en todos los aspectos, desde el socializar con más personas, los alimentos, los juegos e idioma hasta como transportarse y llegar a los albergues.
Hasta ayer su hogar era el gimnasio Kiki Romero y esperan durante esta semana poderse alojar en otro albergue para migrantes en Ciudad Juárez.