El padre vicario de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, Arturo Martínez, mencionó que Dios nos propone la corrección fraterna, ayudando a los otros hermanos en su camino o al encuentro con él.
El evangelio nos invita a reflexionar sobre la doble dimensión de la existencia cristiana: la comunitaria, que exige la protección de la comunión, es decir de la Iglesia, y la personal, que requiere la atención y el respeto de cada conciencia individual.
Dentro de la lectura se puede leer que para corregir al hermano que se ha equivocado, Jesús sugiere una pedagogía de recuperación. Él siempre busca recuperar, salvar.
“Esto quiere decir, ayudar a quien vive en forma de pecado, por medio de la intensión, que al final será la salvación de la persona ya que lo llevara a hacer el cambio”, agregó el párroco.
“Los que buscamos ayudar, debemos tener mucho cuidado cuando se hace la corrección, para no humillar, despreciar o hacer sentir mal a la otra persona, ya que se tiene que hacer con vistas a santidad de quien buscamos rescatar”, pidió Martínez.
Esta pedagogía de la recuperación está articulada en tres pasajes. Primero dice: Ve y corrígele, a solas tú con él, es decir, no pongas su pecado delante de todos. Se trata de ir al hermano con discreción, no para juzgarlo, sino para ayudarlo a darse cuenta de lo que ha hecho.
“Estos pasos incluyen otros mas y me atrevo a agregarle el acompañamiento espiritual y físico, en la oración es rezar por él, para que con nuestra oración Dios le acepte la corrección y que viva un camino de gracia y el oro es estar al tanto de cómo va caminando, de que podemos hacer para ayudarle en lo físico, monetarios, ayuda psicológica y otros aspectos”, enfatizó.
Cuántas veces viene alguien y nos dice: “Oye, en esto te has equivocado y deberías cambiar un poco en esto”. Tal vez al inicio nos da coraje, pero terminamos agradeciéndolo porque es un gesto de fraternidad, de comunión, de ayuda, de recuperación, finaliza el evangelio.