El acelerado crecimiento de la ciudad ha generado nuevos fraccionamientos y con ello que se establezcan más iglesias en la mancha urbana, para dar cobertura a todos los fieles católicos.
“La población es muy grande, un millón y medio dice el Inegi, yo digo que son más y sí, no nos damos abasto, son muchos los fieles las parroquias, hay que seguir orando trabajando por las vocaciones”, manifestó para el Heraldo de Juárez, el Obispo de la Diócesis de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres Campos.
El llamado de Dios es para todos los hombres, es un llamado a la santidad y salvación, pero el llamado a la vida religiosa es muy personal, se debe creer en la vocación y acogerla con fe diariamente.
“Hago una invitación a los jóvenes y a los adolescentes que tengan cierta inquietud a la vida sacerdotal a acercarse con sus párrocos, seguir el acompañamiento vocacional y responder al llamado, vale la pena seguir a Dios”, añadió Torres Campos.
“Sería una ilusión muy grande que fueran diez, veinte o más pero con uno, tres o cinco todo es un regalo de Dios, pero es un trabajo que nosotros debemos hacer, promoviendo la pastoral vocacional”, resaltó el obispo.
Se pide a los jóvenes estar atento a lo que sienten y sobre todo si es su deseo, por medio de la oración preguntar si ese es el camino a tomar, observar las cosas que te van sucediendo y que vas viviendo, quizás llegue con más claridad lo que buscan, todos debemos encontrar la respuesta al porqué estoy este mundo, encontrar nuestra misión a la que he sido enviado.
Se tienen unos medios de búsqueda y pueden ser la oración, querer responder las necesidades que hay en nuestro mundo y la Iglesia, pensar más en dar que en recibir, ser sincero y valiente con uno mismo y con Dios y por confiar en Dios, ya que Él ayuda a conseguir lo que nuestras fuerzas limitadas no pueden.
El obispo emite un exhorto a los padres de familia, para que observen a sus hijos y si los ven con inquietud, los acerquen a cualquier parroquia o a Catedral y se les ayude para que estén seguros de que quieren prepararse como sacerdotes y en cuanto les sea posible formar parte del seminario estando conscientes que está en “juego” su libertad.