Actualmente tenemos la perdida de los valores espirituales, la fe esta débil en otros o simplemente ya no creen, por lo que este domingo la escritura nos dice “Amarás a Dios con todo tu corazón”, menciono el Obispo de la Diócesis de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres Campos.
Por otra parte nos dice el Señor, “amaras a tu prójimo como a ti mismo”, s el mudamiento que Cristo nos enseña, una comunicación con el prójimo que s compadecido, sana persona, haz el bien, todos los seres humanos somos llamados a amar, cuando fuimos creados se nos dio esa capacidad, resaltó Torres Campos.
En San Mateo (Mt 22, 34-40), Jesús nos recuerda que el evangelio se centra en la vivencia del amor a Dios y al prójimo y lo importante de integrar esas dos dimensiones del amor.
En La primera lectura tomada del libro del Éxodo, el Señor hace un fuerte llamado a vivir el amor fraterno ayudando al migrante, al huérfano, a la viuda y a los pobres y ratifica que sus oídos están siempre atentos al clamor de los necesitados, convirtiéndose en su fortaleza como dice el salmista: “Yo te amo Señor, tu eres mi fortaleza”.
“Lo que no debemos de hacer en la primer lectura del Éxodo, es que no seamos opresores, que no hagamos sufrir a nadie, que no explotemos a los necesitados, no ser usureros”, agregó Torres Campos.
“¿Cuántas veces no nos gana el rencor, la envidia, el desprecio a todos los niveles?, podemos pecar de abusar de la autoridad de oprimir al hermano, un gesto, una actitud en fin”, dijo la máxima autoridad eclesiástica en la ciudad.
El Señor dice a su pueblo: “No hagas sufrir ni oprimas al extranjero, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si los explotas y ellos claman a mí, ciertamente oiré yo su clamor; mi ira se encenderá, te mataré a espada, tus mujeres quedarán viudas y tus hijos, huérfanos.
Cuando prestes dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portes con él como usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes de que se ponga el sol, porque no tiene otra cosa con qué cubrirse; su manto es su único cobertor y si no se lo devuelves, ¿Cómo va a dormir? Cuando él clame a mí, yo lo escucharé, porque soy misericordioso”.