Así como en la actualidad la mujer juega un rol importante en la toma de decisiones, en 1920, durante la Revolución Mexicana, también tuvieron un papel destacado. Tal es el caso de "Adelita", una de las figuras más icónicas de este movimiento, cuya historia comienza en esta frontera.
Adela Velarde Pérez “Adelita”, fue una juarense, nieta de Rafael Velarde, destacado general juarista, político y comerciante que dejó su nombre plasmado en una calle del primer cuadro de la ciudad.
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La famosa “Adelita” nació el 8 de septiembre de 1899 (según información del historiador José Luis Hernández). Su casa estaba en la calle 16 de septiembre y Francisco Villa, donde se ubicaba el Hotel Río Bravo.
“Adelita” se fue a los 13 años a vivir a Chihuahua, y en febrero 1913 ingresó a la Cruz Blanca Neutral; allí conoció al sargento villista Antonio Gil de Río Armenta. Este personaje le llevaba serenatas con un “organillo de boca”, con una armónica, y es así como comenzó a viajar conforme se iban dando las batallas.
Es de ese amor, que surge el famosísimo corrido de “Adelita”, el cual compuso el sargento villista para su amada.
Sin embargo, Gil de Río Armenta muere en batalla. Después de seis meses “Adelita” se va a la Ciudad de México a trabajar como mecanógrafa de correos.
Posteriormente, se casó con el Coronel Alfredo Villegas y se fue a vivir a Del Río, Texas. Ahí pasó sus últimos días y fue enterrada; incluso su tumba tiene un monumento.
Gracias a la familia del Coronel, se obtiene la información, ya que, según la cronista de la ciudad, Cecilia Castañeda, “Adelita” consiguió una pensión como veterana de la Revolución Mexicana.
No obstante, hay que tener en cuenta que, aunque “Adelita” es un apodo distintivo para todas las mujeres revolucionarias, hubo muchas mujeres que participaron y tuvieron en un rol crucial en esta batalla, como Lolita “La Tamalera”, entre otras.
Se sabe que las mujeres acompañaban a los soldados; hacían la comida, pero según Castañeda, una de las funciones más destacadas fue el espionaje. Iban, escuchaban y volvían con la información. También en sus faldas, las revolucionarias escondían las armas de los revolucionarios.
Por supuesto, hubo muchas mujeres que participaron en la Revolución Mexicana como soldados y entraron en las batallas. Las “Adelitas” simbolizan a las mujeres fuertes, entronas y que enfrentaron la adversidad con valentía.
En la etapa de 1914 a 1917, se hizo explícita la filiación revolucionaria de las enfermeras y esta se correspondió con los cuerpos de ejército en los que prestaron sus servicios; 19 lo hicieron en el zapatismo, 10 en el villismo, 2 fueron convencionistas y 93 constitucionalistas-carrancistas.