Un conjunto de más de 20 petrograbados asociados al avistamiento del cosmos y fenómenos astronómicos, así como al registro de la flora y fauna del sitio, fueron descubiertos en el municipio de Jiménez, en donde una tribu de nómadas cazadores recolectores, realizó un asentamiento humano provisional entre los años 300 y 900 d.C.
Entre los límites del Municipio de Jiménez, se localiza un conjunto de más de 20 petrograbados realizados sobre soporte de roca ígnea, que representan el avistamiento de fenómenos astronómicos, así como la representación del ecosistema, su flora y fauna, que fueron realizados por tribus de nómadas cazadores recolectores que habitaron parte del norte de México, en los estados de Chihuahua, Durango y Coahuila.
A mil 546 metros sobre el nivel del mar, en un valle formado por dos sierras del desierto de Jiménez, a escasos kilómetros del estado de Durango, se ubican unas formaciones rocosas de roca ígnea que emergen en medio de un valle, cuyas formaciones principales agrupadas en forma de círculo, poseen entre sus aristas, petrograbados que fueron tallados con la técnica de percusión con piedra, por las tribus de nómadas que habitaron parte del Bolsón de Mapimí entre los años 300 y 900 d. C.
El montículo número uno, denominado como La Trinchera; se localizan los vestigios de una construcción de piedra realizada por tribus de cazadores recolectores para el resguardo del clima, donde a su vez, dispersos sobre el suelo quedaron los vestigios de la talla lítica [herramienta de piedra] que utilizaban para la defensa y caza de animales.
En este primer montículo, se encuentran dos grabados en soporte de piedra con representaciones zoomorfas, esto quiere decir, dibujos de animales; especialmente de venados, especie que habita en el sitio, y que para algunas tribus fue parte primordial de su dieta, además de tener un significado especial en su mitología.
La talla más grande, que representa la forma de un venado con sus astas, tiene una medida de 20 centímetros de alto por 35 de ancho, el cual se encuentra desgastado por la acción de la naturaleza.
El montículo número dos, cuyo nombre designado es El Observatorio, es de los petrograbados más importantes del sitio arqueológico, el cual se asocia el avistamiento del cosmos y de fenómenos astrológicos.
En un punto estratégico, El Observatorio se posiciona justo detrás de una cordillera, la cual tiene una ligera depresión, por donde al ocultarse el sol, los destellos crean todo un espectáculo. El grabado de dimensiones de un metro de alto, por uno y medio de ancho, fue realizado con la técnica de percusión con piedra, el cual tiene espirales, líneas y curvas, asociadas a figuras celestes y la geografía del sitio.
Este mural representa la puesta del sol; donde la espiral representa al astro rey, situado debajo de otra talla en piedra que representa las montañas; así mismo, dentro de la montaña se encuentra otro grabado de forma circular con cuatro rayos, que es la misma representación del sol, pero oculto detrás de las montañas.
A un costado de este primer registro astronómico se ubican líneas en zigzag, que representan un cañón por donde se oculta el sol, para después de nueva cuenta, representar otra espiral con formas abultadas, asociadas al sol y las nubes.
Un tercer montículo, y el más importante del sitio arqueológico del municipio de Jiménez, denominado la Bóveda Celeste, posee como representación principal 25 círculos concéntricos, entre los que llama la atención una formación de ocho círculos agrupado en pares divididos por una línea central, que pudieran representar el registro y observación del cosmos, por su posición.
En el desierto de Jiménez, y parte de Bolsón de Mapimí, donde no existe la contaminación lumínica de los poblados o ciudades, la observación del espacio se puede apreciar y realizar mediante la vista natural.
En el sitio arqueológico, se pudieron identificar a su vez los restos de la talla lítica, artefactos como puntas de flecha, lanzas, raspadores y cuchillos para desprender la carne de los huesos de los animales. Así mismo, el sitio carecía de la elaboración de morteros, por lo que no se puede asociar a la tribu de recolectores que habitó esta área de Jiménez, con un asentamiento agrícola rudimentario.
En cuanto a las espirales representadas en el sitio, a su vez, se tiene registro de estas mismas figuras geométricas en estados como Coahuila, Durango, Chihuahua y Nuevo León.
Con el objetivo de proteger el sitio arqueológico y que no sea víctima de la destrucción humana, no se dan más detalles de su ubicación, revelando únicamente las representaciones rupestres y tribu a que perteneció, contribuyendo al conocimiento colectivo con la intención de generar conciencia de la preservación de este sitio, así como de cualquier otro de México y el mundo.