Más de 400 personas vestidas de blanco llevando los nombres de sus familiares o amigos asesinados o desaparecidos escritos en pancartas y globos, marchan en el poblado serrano de Guachochi, donde la comunidad se manifestó de forma pacífica, pidiendo por la paz perdida a causa de la violencia, recordando también a los sacerdotes jesuitas asesinados en Cerocahui y por los tres feminicidios acontecidos este año en la comunidad.
Tras 12 años de una escalada de violencia en la región, sumado al llamado de la Iglesia Católica de demandar un diálogo por la paz con el Gobierno Federal, el párroco de catedral, Enrique Urzúa y los padres; Francisco y el padre Noé, encabezaron la convocatoria de esta marcha social, que es la primera de varias acciones y actividades que organizara la curia en busca de la pacificación del país.
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Bajo un cielo medio nublado, los 400 participantes vestidos de blanco iniciaron su caminata afuera de Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, donde marcharon por la calle Abraham González, para luego torcer por la avenida 20 de Noviembre y finalizar su recorrido en la calle Adolfo López Mateos, en la plaza de La Esperanza.
Ahí, los participantes por primera vez pudieron externar públicamente su rechazo a la violencia, “Muchos de ellos han llorado en silencio su pérdida y tienen miedo de visibilizarse ante los agresores”, dice el padre Urzúa.
Muchos de los participantes tienen familiares muertos, y el día de hoy pudieron expresar y gritar sus nombres con pancartas o escritos en los globos que cargaban en sus manos.
Los presentes comentaron que sus familiares murieron en manos de la delincuencia organizada, gente inocente algunos, otros inmiscuidos en la delincuencia y otros más, por estar en el lugar y momento equivocado.
Esta marcha inicia un proceso de sanación social, para sanarnos nosotros mismos, implorar a Dios el don de la paz, por todos nuestros familiares y amigos que se encuentran con una perdida y el dolor donde la Iglesia ha convocado a nivel local y nacional, seguir pidiendo por la paz.
“No es un reclamo a las autoridades, les pedimos a las autoridades que intervengan atendiendo a la gente y escucharlos, en esta convocatoria que ha generado la Iglesia a la autoridad a nivel nacional, después de los hechos en Cerocahui”, dice el Párroco.
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Los nombres de las víctimas son cientos, ya que son 12 años de una explosión de violencia, sólo en este año van 15 personas asesinadas en la región, recordando los tres feminicidios en estos primeros meses del año, iniciando con la exsíndica Mayra, la estilista Mary Palma y la maestra Subarú, donde ninguno de los casos se ha resuelto.
En esta marcha se pidió por los que ya no están, por los caídos por la violencia, por los familiares que sufren, por las autoridades para que tomen las decisiones correctas, porque se dé el diálogo por la paz en México que ha propuesto la Iglesia Católica al gobierno.
"También se pidió por los victimarios, para que abran su corazón y puedan darse cuenta que somos hermanos, que somos familia, que podemos aspirar a vivir de mejor manera", dice el padre Urzúa.
La marcha y la manifestación terminó con una misa celebrada en la plaza La Esperanza, donde al concluir; los padres Francisco y Noé, se quedaron tomando los nombres de las familias que desean un acompañamiento en su duelo por sus familiares muertos o desaparecidos, a quienes habremos de acompañar como feligreses que requieren de nuestro apoyo espiritual.
Pero, aunque la multitud se dispersó al concluir el oficio religioso, se quedó entendido que esto no termina, que la marcha es la primera de múltiples acciones y actividades a las que habrá de convocar la Iglesia en esta acción de buscar la paz para México, subraya el Párroco Urzúa.
Por lo pronto, los nombres de los hombres y mujeres muertos a causa de la violencia estarán presentes en el altar junto a los del padre Gallo y el padre Morita, cuyas fotografías y nombres cuelgan de pendones pegados en la pared frontal a un costado del altar de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, como una forma de visibilizar su muerte y que están presentes en las oraciones de los fieles y familiares.