Ciudad Juárez, Chihuahua.- A pie llegaron aCiudad Juárez ayer. Ahora están a unos centímetros de EstadosUnidos. Caminaron durante siete meses en busca del“sueño”.
Partieron de su pueblo Salamá, Guatemala.
El mapa establece que son tres mil 205 kilómetros entre dicholugar y Ciudad Juárez.
Se trata de Jesús Rodas Mateos Gaspar y su hijo Mateo JesúsMateo Diego, de 33 y 16 años de edad, respectivamente.
Al ser entrevistados ayer, comentaron que partieron sin uncentavo en la bolsa, desesperados por la miseria y la violencia enque vivían.
El adolescente platicó que tiene ocho hermanos más pequeñosque él y lo que pretenden él y su padre es buscar una mejoroportunidad de vida, para sacarlos adelante a ellos y su madre.
Por ahora ya están en la frontera, donde se reunieron con otrospaisanos que de igual manera buscan internarse a Estados Unidos, enbusca de trabajo.
Al llegar al puente internacional Paso del Norte-Santa Fe,llegaron con hambre, de la que han padecido mucha en los últimossiete meses.
En ocasiones duraron hasta tres días sin probar bocado,explican.
Como en su tierra natal no tenían nada para vender y pagar un“pollero”, optaron por confiar en lo único con lo quecontaban: sus piernas sanas para caminar.
Sólo cuentan con una mochila donde llevan sus chamarras.
Mencionan que en este tiempo que vinieron en trayecto, seemplearon en lo que conseguían algo de dinero para comprarcomida.
Cuando no estaban empleados en algo, caminaban; por uno, dos, otres días seguidos.
Recuerdan que trabajaron limpiando frijol, cortando productos delas milpas y pastoreando vacas, actividades por las cuales lespagaron unos cuantos pesos que les permitieron sobrevivir.
El calzado que se les fue acabando en el camino, tuvo que sersustituido por otro que les regalaron principalmente los mexicanos,a los que califican como gente buena que les ayudó.
Mateo Jesús ve como un logro haber llegado hasta la franjafronteriza, donde tiene la oportunidad de conseguir asilo, parapoder trabajar honradamente en uno de los países máspoderosos.
En su pueblo, la situación era desesperante, explica, tanto porla miseria económica, tanto por la inseguridad.
Menciona que es muy común el secuestro de personas, sinimportarles que sean gente pobre.
“Les piden mucho dinero y si no pagan los matan”,señala.
Llegaron apenas al puente, con hambre, por cierto.
Una voluntaria de la Cruz Roja les extiende unos burritos y unasbebidas, las cuales toman con agradecimiento.
También les ofrecen un teléfono celular, para que puedan haceruna llamada gratuita.
Jesús Rodas toma el aparato y le marca a su familiar en EstadosUnidos, a quien informa que ya llegó a la frontera, y que si todoresulta bien, pronto estarán él y su hijo allá, para emplearse“en lo que sea”, con tal de que puedan tener un mejor futuropara toda la familia.
“Dios dirá en qué voy a trabajar, en lo que Él decida”,afirma mientras come el alimento clásico elaborado en CiudadJuárez: el burrito.