El 24.1% de los chihuahuenses no obtiene el sueldo suficiente para cubrir sus necesidades básicas, por lo que se necesita un auténtico sistema de protección para los grupos que quedarán en situación de vulnerabilidad después de la crisis, indicó Claudia Maldonado Trujillo, consejera académica del Coneval.
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En la entidad la pobreza laboral se redujo 3.1% durante el primer trimestre del presente año, en comparación con los resultados de 2019, al pasar de 27.2% a 24.1%, de acuerdo con la plataforma “México ¿Cómo Vamos?”. La cifra se encuentra por debajo del promedio nacional de 45.8% de mexicanos sin el sueldo suficiente.
En lo que va de 2020 se tuvo un aumento de la pobreza laboral del 1.1%, puesto que durante el segundo trimestre de 2019 la pobreza laboral en la entidad se posicionó en 24.9%, seguida de 25.4% en el tercero, hasta alcanzar un 23% durante los últimos tres meses del año.
Además de que la desigualdad laboral se elevó de los .366 puntos a .368 en los primeros tres meses del año, de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
El 32.1% de la población trabajadora se ubica en el sector informal, lo que representa una reducción de 2 puntos porcentuales al descender desde los 34.7% respecto al primer trimestre del año anterior.
En la entidad, al cierre de 2019, la población económicamente activa (PEA), de la entidad ascendió a un millón 785 mil 404 personas que representan 61.8% de la población de 15 años y más. De ésta, un millón 739 mil 620 se encontraban ocupadas.
Por sector de actividad económica, el que absorbió el mayor número de trabajadores es el terciario, con 910 mil 832 chihuahuenses, lo que representó el 52.4% del empleo total en la entidad para finales del año pasado.
De acuerdo con el Inegi, si se considera el tamaño de la unidad económica, los micronegocios registran el mayor número de empleos, con 32.7% del total en el ámbito no agropecuario. La población subocupada alcanzó 94 mil 633 personas en el cuarto trimestre de 2019, es decir una tasa de 5.4% respecto a la población ocupada.
De acuerdo con los resultados obtenidos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), aplicada por el Inegi, la población desocupada, es decir, aquélla que no trabajó siquiera una hora durante la semana de referencia de la encuesta fue de 2 millones de personas en todo el país.
La población subocupada, referida al porcentaje de la población ocupada que tiene la necesidad y disponibilidad de ofertar más tiempo de trabajo de lo que su ocupación actual le demanda, alcanzó 4.7 millones de personas. Teniendo un aumento de .8% en su tasa durante el primer trimestre de 2020 frente a finales de 2019.
En el país, 31 millones de personas trabajan en la informalidad en lo que va del año, cifra que representa un retroceso de .2% en la Tasa de Informalidad Laboral respecto a los últimos tres meses del año pasado. Mientras que 15.3 millones de mexicanos laboran en un negocio propio de forma informal, sin llevar recursos contables.
De acuerdo con Claudia Maldonado Trujillo, consejera académica del Coneval, se realizó un análisis de los posibles impactos de la crisis, el cual plantea escenarios con aumentos entre 6 y 10 millones en situación de pobreza extrema por ingreso, así como aumentos en el desempleo y 45.8% en condición de pobreza laboral.
“La enorme fragilidad con la que enfrenta México esta crisis es por la ausencia de un auténtico sistema de protección social con enfoque de derechos. Y la naturaleza incompleta e imparcial que tenemos disponibles es porque hay un universo tradicionalmente no vulnerables, consideradas no pobres, que van a enfrentar un choque de ingreso asociado a la pérdida de su empleo”, explicó durante su participación en el foro “Juntos Saldremos Adelante” de la Coparmex.
De acuerdo con Trujillo, lo anterior supone que, en el sentido inmediato, se tendrían que agotar los recursos existentes en relación al aumento de coberturas, flexibilizar reglas de acceso a diferentes apoyos, con especial énfasis en imaginar cómo diseñar medidas compensatorias y de protección adicionales en lugares en los que normalmente no se veía vulnerabilidad en México.
“La políticas públicas que tenemos ahora son insuficientes, están orientadas a pobreza estructural, al sector rural, pero la naturaleza de este choque nos enfrenta a la naturaleza dual de estas vulnerabilidades y a la necesidad de tomar decisiones emergentes, creativas y que apuesten a responder a las dimensiones geográficas que supone esta crisis, que son alarmantes”, señaló.
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