Ciudad Juárez, Chihuahua.- Bajo una manta azul amarrada al piso, es que María de Jesús, extiende una cobija todas las noches para cubrir a su familia del frio, el cual comienza a sentirse con mayor intensidad al ocultarse el sol.
María y su familia, son tan solo unos migrantes más que esperan su turno sobre las banquetas que se encuentran cerca del puente internacional Zaragoza, con la esperanza de cruzar la franja que los divide de la tranquilidad que ellos desean encontrar.
Los provenientes del estado de Michoacán, dijeron que la inseguridad que les generaba vivir en su lugar de origen, los llevó a emigrar y tratar de buscar una mejor calidad de vida.
“Venimos huyendo de puras cosas malas, de la inseguridad y violencia que se vive en Michoacán es terrible, vivimos en casas de madera, cualquiera puede entrar, a veces solo estamos a la espera de que ocurra algo malo”, comentó María.
Desde hace dos meses que esta familia integrada por María, su esposo y su hija, decidieron salir de la ola de violencia que cada día generaba más pánico entre los habitantes de esta tierra michoacana, pues según, comentó no se podía salir ni a trabajar, debido a que era razón para ya no regresar.
La madre de familia, argumentó que, en caso de conseguir el asilo político en los Estados Unidos, pensaran la manera de establecerse formalmente en la ciudad, esto a que nada los haría regresar a Michoacán.
“Yo no regreso, yo quiero seguir para adelante, ya lo que Dios diga, pero nada para atrás, para atrás no, es muy difícil vivir en un lugar con mucha violencia”, aseguró.
Su esposo, ya comenzó a trabajar en una herrería cerca del puente internacional, por lo que no ha batallado con el transporte, ni ha tenido que descuidar a su familia, logrando de esta forma generar unas cuantas monedas para sobrevivir durante su espera, pues por día gastan a 250 pesos en comida.
Fue hace una semana que la pequeña de esta familia, cumplió cuatro años, sin embargo, por primera vez su festejo iba a hacer diferente.
“Fui a el súper, le compre una barra de moka y se la traje, lo partió junto a sus vecinitos del lugar debajo de la carpa, ya nada más le tome fotos y cantamos las mañanitas”, detalló.
Esta es la segunda vez que María solicita el asilo político, donde la primera vez, logró conseguir un permiso que le permitió ir a visitar a sus hijas, sin embargo, por esta ocasión el resultado podría ser diferente, debido a que todo se ha tornado más complicado, expresó.
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