Pese a la promoción que realizan las autoridades estatales y locales, pocos agricultores de la región se han aventurado a reconvertir sus cultivos por otros que consuman menos agua y sean más rentables, afirmó Carlos Castilla Garza, jefe del Distrito 013 de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER).
Aunque algunos productores agrícolas han analizado establecer otros cultivos, no todos se arriesgan a la reconversión debido a que no tienen una garantía de éxito o porque es complicado romper paradigmas.
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“Pues aquí estamos a la forma tradicional de lo que se sembraba de años y años atrás, y se siguen, como son todas las hortalizas… y luego la otra es las necesidades de los productores aquí en nuestra región, lo que son los forrajes, que aunque te demandan mucha agua, pues las alfalfas son las muy buscadas siempre y el nogal”, comentó el ingeniero Castilla.
En el caso del nogal, afirmó que ya no existe esa “euforia” por plantar estos frutales debido a la escasez de agua y a la baja en el precio de la nuez, recalcando que a pesar de ello no se ha visto un cambio notorio en el patrón de cultivos.
Quienes sí han apostado por la reconversión de cultivos son algunos productores de los municipios de Camargo y Saucillo, donde se han establecido pequeñas huertas de granados con cierto éxito, porque estos árboles requieren de menos agua para sobrevivir y la granada tiene un buen precio en el mercado.
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Similar experiencia han tenido agricultores de la región serrana, donde se plantaron cerezos. Este frutal requiere de mucho menos superficie para ser redituable, pues con cinco hectáreas se obtiene una utilidad equivalente a la de cien hectáreas de otros cultivos.
Otro de los cultivos alternativos que se han establecido es la vid, pero también son muy pocos los productores que han plantado viñedos, porque el costo de establecimiento es elevado, señaló Carlos Castilla.
Del algodón, que durante décadas fue un cultivo representativo de la zona de Delicias, también es poca la superficie que se estableció este año, alrededor de 600 hectáreas, a pesar de que los precios internacionales de la fibra son redituables y de que tiene baja demanda hídrica.
En cambio, prevalecen los cultivos tradicionales como la alfalfa y el maíz forrajero, altamente demandados por la cuenca lechera, y las hortalizas como el chile y la cebolla, que no siempre garantizan el éxito a los agricultores.