SAUCILLO.- Hasta hace poco más de un año los paseos en el barco “El Colibrí” eran una de las mayores atracciones turísticas que la región ofrecía a los visitantes de otras partes del estado, del país y del extranjero; hoy, con el río Conchos reducido a un hilo de agua, la embarcación se encuentra encallada en la ribera izquierda, sobre un lecho lodoso que espera el milagro de las lluvias para volver a la vida.
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Aunque el 90 por ciento de los visitantes eran originarios de la entidad, gente de todo el mundo venía a pasearse en “El Colibrí”: alemanes, japoneses, brasileños, americanos y canadienses.
“A los brasileños les decíamos que no compararan con el Amazonas, pero ellos nos decían que el Amazonas “no tiene estos cerros que tienen ustedes aquí”, comenta Juan Ochoa Bunsow, dueño del barco, al referirse a las formaciones rocosas del cañón de Rosetilla por el cual atravesaba la embarcación.
Inspirado su diseño en los barcos de vapor que surcaban el río Mississippi a mediados del siglo XIX, “El Colibrí” comenzó a recorrer las aguas del río Conchos en 2013. Pero ese año, debido al desfogue de la presa Rosetilla, provocado por una rotura en el mecanismo de sus compuertas, el barco se quedó encallado en el lodo y no fue hasta 2016 que comenzaron los paseos turísticos.
Juan Ochoa recuerda que el barco fue traído desde los Estados Unidos y reconstruido en la ciudad de Delicias antes de abrirlo al público. Los recorridos fluviales pronto se volvieron populares, primero entre los habitantes de la región y después entre la gente de fuera.
Todos los sábados y domingos “El Colibrí” se llenaba de visitantes que admiraban el paisaje y los animales salvajes que habitan todavía cerca de las riberas del Conchos, como los venados y pumas, así como las aves acuáticas que llegan a la región. Los demás días de la semana el barco se rentaba para la realización de eventos especiales.
Ochoa Bunsow refiere que al principio paseaban a cien personas en el navío, pero posteriormente Protección Civil recomendó reducir el aforo a setenta ocupantes por cuestiones de seguridad.
Sin embargo, los recorridos en barco terminaron en marzo del año pasado, pues llegó la pandemia y las autoridades restringieron las actividades turísticas. Meses después vino la debacle mayor para “El Colibrí” porque se vaciaron las presas y el río Conchos dejó de recibir escurrimientos.
Ahora Ochoa lamenta la situación porque invirtió una cantidad fuerte de dinero, no sólo en la embarcación, sino en arreglar los caminos que llevan al muelle y adecuar un área de restaurant a la orilla del río, que ahora está casi completamente seco.
También se quedaron a medio construir unas cabañas que servirían para alojar a los turistas, quienes diariamente le llaman por teléfono a Juan Ochoa para preguntar por los paseos. Él, apenado, les responde que el barco no está funcionando.
Mientras tanto, el dueño de “El Colibrí” recibió ya dos ofertas de compra del navío, una del estado de Jalisco y otra de Nuevo León, donde las presas y lagos al parecer todavía almacenan agua suficiente como para realizar recorridos en barco.
Juan Ochoa Bunsow anticipó que si la situación no mejora se verá obligado a vender el barco, cuya única salvación es que las lluvias regresen al estado y recarguen los cuerpos acuáticos.
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