Urique. – Como parte de los rituales que el pueblo Ralámuli realiza para conmemorar el primer aniversario luctuoso de los sacerdotes Jesuitas, Joaquín Mora y Javier Campos, durante la velación en el Templo de San Francisco Javier, decenas de personas de pueblos originarios de diversas comunidades serranas, ofrecieron el ritual de su cultura conocido como Nutema, ceremonia-ofrenda que tiene el propósito que las almas no queden sueltas y sin la atención que merecen.
Para ello, durante más de 12 horas, hombres y mujeres de diferentes edades danzaron en varios puntos del templo, comenzando en el interior tras la conclusión del rosario, destacando que para el pueblo rarámuri, este tipo de rituales se desarrollan con prácticas de alegría como la danza y la música.
En la cultura tarahumara, el Nutema refiere que en la existencia de cada ser hay ciclos que deben ser cumplidos, como la vida y la muerte, por ello cuando una persona se adelante en su camino es el inicio para que quienes permanecen con vida las acompañen para terminar el ciclo.
En la explicación que dan los participantes del Nutema en la comunidad de Cerocahui, señalan que, en su tradición, las mujeres cuentan con cuatro almas, mientras que los hombres tienen tres, por lo que al adelantarse en el camino sus familiares deben apoyarla para subir sus almas, con cuatro eventos que son una ceremonia-ofrenda llamados Nutema.
En esta ocasión se contó con la participación de cientos de habitantes de comunidades del municipio de Urique, quienes se turnaron para realizar los rituales de manera periódica en distintos puntos del Templo, iniciando poco después de las 8 de la noche del lunes 19 y estimando concluir horas antes de la misa programada el martes 20 a las 3 de la tarde.
Cada una de las comunidades representadas en el Nutema, efectuaron tres eventos que constan de ofrenda, danza, canto y la presencia de familiares y gente cercana, quienes acompañan cada una de las almas de la difunta y las ayudan a subir.
Mencionaron que la tradición es que el primer Nutema se da al momento del fallecimiento de la persona y las otras cada año posterior a esto, lo que depende de las condiciones y posibilidades de cada comunidad o familia para cumplir con la tradición por tiempo indefinido.
Destaca que durante la mañana del marte 20, fecha en la que fueron asesinados los Jesuitas, se registró una lluvia ligera que permitió mejorar el ambiente para los danzantes y todas aquellas personas que durante la tarde del lunes y hasta el momento hacen su arribo a la comunidad de Cerocahui, para conmemorar a los padres “Morita” y “Gallo”.
Nota publicada originalmente por El Heraldo de Chihuahua