El flujo de migrantes de Latinoamérica del sur continúa llegando a la ciudad, ya sea en grandes grupos como el caso de los extranjeros que dejaron cerca de Mápula o grupos pequeños, como algunos que llegaron desde el pasado 2 de noviembre y permanecen cerca de las instalaciones de Ferromex con la esperanza de lograr subirse a uno de los vagones que los lleve a Juárez.
Un venezolano de nombre José Hidrigo, comentó que no se encuentran buscando el sueño americano en Estados Unidos, sino que se encuentran huyendo de un lugar donde la economía era tan precaria y la corrupción tan poderosa, que no pudieron soportar más tiempo el dolor de seguir en su país natal sin hacer nada.
El señor José contó que en Venezuela para poder comprar un bote de leche se necesita un mes de sueldo, mientras que en México con una sola semana de trabajo hasta cuatro botes se pueden comprar; el nivel económico es tan malo que aun siendo un país petrolero, en muchas ocasiones tuvieron que salir a conseguir leña para calentarse y cocinar, pues el gas de línea se acaba y para conseguir más se deben hacer filas que duran días.
“En lugar de ir hacia adelante, de progresar, el gobierno nos hizo ir para atrás como el cangrejo”, añadió Hidrigo, quien contó que es común que pasen más de 4 horas sin electricidad, debido a que la luz se les va 4 o más veces durante la semana; es por ello que decidió emprender este peligroso viaje con 12 miembros de su familia, quienes incluyen menores de edad y el siendo un adulto mayor.
Hidrigo comentó también que se siente muy agradecido con los mexicanos, debido a que en más de un estado le permitieron trabajar a él, a sus hijos y yernos, “nos dieron la oportunidad de ganar dinero para seguir nuestro camino, sabemos que no todos vamos a llegar, a muchos vana regresar, pero queremos hacer el intento, ya hemos pasado por mucho como para rendirnos ahora”.
Por otro lado, Gabriel tiene cuatro días en la ciudad, dado a que el pasado jueves 2 de noviembre los elementos del Instituto Nacional de Migración los bajó de los vagones y hasta el momento no se les ha permitido subir a un tren ni comprar boletos de camión.
Gabriel espera que pronto les permitan un medio de traslado para llegar hasta su destino, pues al igual que el señor José, sabe que es probable que los vuelvan a deportar, por lo pide que sea hasta Venezuela y no solo más lejos de la frontera, pues ya ha gastado demasiado dinero como para volver a gastar la misma cantidad y esperar que no lo vuelvan a regresar.
Michel Campo, otra venezolana que viaja junto con una compañera y dos menores, quien comenta que han gastado en los tres meses que tienen de viaje entre 800 a dos mil dólares, por lo que están ansiosas por poder llegar a la frontera y comenzar una nueva vida, donde puedan brindarle a sus hijos mejores oportunidades.
No obstante, Alejandra Valencia la acompañante de Michel, comentó que las autoridades del INM los maltrata cada vez que se topan con ellos, que los tratan como delincuentes sin importar si son adultos mayores, menores de edad o mujeres embarazadas, llegando al punto en que se encuentran realmente asustadas de llegar a ver alguna camioneta blanca por temor a que sean los agentes de migración.
Por otro lado, algunos de los migrantes que se encontraban en las vías del tren que están entre la capilla de San Judas Tadeo y Mápula, tomaron la decisión de seguir su camino hacia la frontera por los medios que puedan, por ello es que a las 4:00 de la madrugada emprendieron su viaje a pie hasta llegar al mismo Oxxo donde se encuentran sus compatriotas.
En este punto los extranjeros se quedaron a descansar y esperar a que pase un tren al que trataran de subirse, también comentaron que intentaran pedir que un auto de transporte los lleve lo más cerca que puedan de la frontera; su última opción es volver a emprender el viaje caminando, aunque tarden más en llegar, puesto a que no quieren arriesgarse a quedarse más tiempo en la ciudad de Chihuahua.
Publicado originalmente por El Heraldo de Chihuahua