Con una sequía extrema a excepcional comenzó 2021, luego de que el año anterior ocurriera la segunda más grave de todo el registro del Monitor de Sequía, ligeramente menor a la de una década atrás (en 2011).
Una situación que impactó a más de la mitad del país con algún grado de sequía pero de manera significativa a Sonora y Chihuahua con 55.9% y 26.5% de su área, respectivamente.
Considerado por investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, el origen de esta sequía se atribuyó al fenómeno de La Niña”.
Para abril, de hecho, el Monitor de la Sequía indicaba que 52 de los 67 municipios de le entidad tenían esa condición en grado extremo. Doquiera había señales de falta de agua: La Boquilla, a nada de tocar fondo, desabasto del vital líquido en Creel, la cascada de Basaseachi convertida en un hilo y hasta el famoso “Colibrí” dejó de navegar en el Conchos.
Al punto que entre junio y agosto, el Ejército y la Fuerza Aérea dividieron el territorio estatal en polígonos para bombardear sus nubes y hacerlas llover. La maniobra dio resultados, sin embargo, destacó otro problema: los incendios forestales y en sí mismo, la deforestación.
En regiones como Cuauhtémoc, se unieron esfuerzos entre empresarios, asociaciones civiles y el gobierno para colocar ‘semillas de la vida’.
No obstante, hatos ganaderos enteros murieron de sed y se desplomó la producción en cultivos de pequeños agricultores, lo cual se acentuó en sembradíos de forraje y alfalfa, fundamental para alimentar al ganado.
La sequía también quemó bosques enteros. En su punto más álgido (paradójicamente hablando), los incendios forestales coloraron a la entidad como la cuarta a nivel nacional con más deflagraciones y la que más sufrió afectación de 88 mil 209 hectáreas de superficie (una extensión de más o menos la décima parte del municipio de Chihuahua, o superior a territorios como Delicias, Meoqui o Práxedis G. Guerrero) y con un pronóstico de recuperación aproximada de 90 a 100 años.
Ya en el verano se presentaron fuertes aguaceros combinados con vientos breves pero huracanados en julio (microburst), que en la capital del estado dejaron a cientos de capitalinos sin energía eléctrica e internet por prolongados lapsos, así como decenas de parques públicos y hogares sin árboles y al Hospital Central sin techumbre de lámina.
El 20 de agosto, de hecho, un “coletazo” del huracán Grace recordó a los chihuahuenses que los ríos tienen memoria, por secos que estén, y que la furiosa precipitación pluvial estuvo a punto de desbordar el canal del Chuvíscar, mientras en otros sectores de la ciudad hubo casas anegadas y vehículos arrastrados.
De remate, en septiembre las siguientes lluvias demolieron varias fincas que en el Centro Histórico ya pedían su jubilación a gritos.
Lo anterior permitió que el Monitor de la Sequía cediera ligeramente, reportando que el 73.5% del territorio estatal estaba libre del flagelo, sin embargo, los especialistas destacaron que son cifras relativas ya que el pronóstico para 2022 es que siga siendo complicado las pocas lluvias y el abatimiento de los mantos freáticos como la fórmula idónea para multiplicar los incendios forestales y arrasar con las pocas áreas verdes.
Del nivel de las presas
Hasta septiembre pasado, la Comisión Nacional del Agua reportó que las principales presas del estado, registraban una acumulación de 1727.284 millones de metros cúbicos, lo que representa una capacidad total del 59.9 por ciento.
En el 2020, se registró una acumulación total de agua de 1257.396 millones de metros cúbicos.
De acuerdo con la Conagua, las principales presas del estado tienen una capacidad total de almacenamiento de 4075.795 millones de metros cúbicos.
Hasta diciembre de este año, el nivel de almacenamiento se desglosa de la siguiente manera: La Boquilla (1,029.99), Fco. I Madero “Las Vírgenes” (205.32), Luis L. León “El Granero” (96.95), Abraham González (70.18), Las Lajas (50.72), El Tintero (64.53), Chihuahua (12.16), El Rejón (3.41), San Gabriel (4.80) y Pico de Águila (42.10).
Niveles muy bajos en algunos casos, sobre todo en las presas situadas al Noroeste del estado y la capital lo que acentúa el uso de pozos para desarrollar las actividades agropecuarias.
De ahí que el gobierno federal, a través de la Conagua, ha enfocado su atención en poner orden al descontrol en el otorgamiento de pozos, lo cual subrayó el presidente Andrés Manuel López Obrador durante el conflicto del agua y de manera reciente, en su visita al estado insistió en que la Comisión se dedicará a partir del próximo año a revisar los permisos en esa materia.
Época de vacas flacas…
Para evidenciar el impacto de la sequía en el ganado, bastan las cifras. De 62 mil 104 cabezas de ganado exportadas en 2020 pasaron a 45 mil 154 ejemplares este año.
De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural federal, así como la Secretaría de Desarrollo Rural y la Unión Ganadera del Estado de Chihuahua, la entidad se ha mantenido como líder del comercio internacional y por ello, vende al exterior el 66% de su hato y el resto en otros estados así como el mercado local.
No obstante, la geografía estatal lidia con una sequía atípica en ciertas regiones y extrema en otras, lo cual provocó que el 90.7% del territorio de producción agropecuaria se viera afectado.
Según los registros de Desarrollo Rural, la sequía se ha presentado en 24 millones de hectáreas de producción, perjudicando 85 mil 268 unidades de producción agrícola y 65 mil unidades de producción pecuaria.
En los principales cultivos de temporal como son el maíz, frijol, avena y sorgo forrajero la afectación es del 80% causando escasez y aumento en los precios.