Vehículos calcinados, viviendas y escuelas abandonadas, miles de casquillos percutidos sobre los caminos de terracería, campamentos improvisados, dispensarios médicos desolados, familias desprotegidas, mascotas a la espera de sus dueños y un silencio total, son algunas de las evidencias de los innumerables enfrentamientos que han sostenido miembros del crimen organizado en las comunidades del Triángulo Dorado, que comprenden los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa.
La comunidad de Rancho Viejo se encuentra aproximadamente a tres horas de la cabecera municipal de Guadalupe y Calvo, el camino es intrincado, militares acuden al llamado de auxilio de los pobladores, quienes han huido de sus lugares por temor a ser atacados o víctimas de los “armados”.
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En dicho lugar existen cerca de ocho casas y un preescolar comunitario, todos lucen desolados, las puertas de las aulas se encuentran abiertas de par en par, al interior solo quedan anotaciones en el pizarrón, butacas desacomodas, computadoras, material didáctico así como un par de trofeos obtenidos por los alumnos en alguna competencia de la que nadie pudo informar.
Las viviendas de este lugar están en completo abandono, sus propietarios huyeron de la zona a causa de los enfrentamientos que sostienen los grupos criminales, algunas de ellas cuentan con candado, otras tantas, ni siquiera puerta tienen.
Dentro de las mismas, aún se encuentra la ropa de los integrantes de las familias, muebles de distintos tipos, vehículos en el abandono sobre los patios y hasta mascotas que esperan el regreso de sus dueños; en el lugar, un silencio total recuerda al de un “pueblo fantasma”.
Casquillos percutidos y camionetas calcinadas, mudos testigos de la refriega entre miembros del crimen organizado
Los caminos de terracería son testigos de las refriegas que han sostenido los miembros del crimen organizado, unidades calcinadas, miles de casquillos percutidos sobre el suelo entre ellos “calibre 50”, pertenencias de los delincuentes, campamentos improvisados y hasta costales llenos de arena para su protección a la hora de ser atacados por sus rivales (parapletos), son algunas de las evidencias detectadas en la zona.
Elementos castrenses patrullaban la comunidad en busca de algún poblador para brindar auxilio; sin embargo, no se encontró a nadie, todos los habitantes han salido de manera inmediata con rumbo desconocido, para seguridad de sus propietarios, se ordena ayudar con el cierre de las propiedades.
El apoyo debe continuar hacia otra comunidad, con un viaje de quince minutos más, se arriba a “Santo Domingo”, la zona más conflictiva detectada por las autoridades, quienes plenamente han identificado que la disputa es entre el grupo delincuencial “Los Salgueiro”, perteneciente al Cártel de Sinaloa y “La Línea” del Nuevo Cartel de Ciudad Juárez.
Son alrededor de cuarenta casas las situadas en dicha localidad, una vez recorridas se ubica a dos familias, una de ellas de la etnia indígena, quienes al ser entrevistados, se les dificulta la conversación, toda vez que no hablan el español o se reservan las respuestas ante los cuestionamientos emitidos.
Escuelas ya sin maestros, una comisaría ejidal, tiendas de abarrotes cerradas, un dispensario médico sin personal y vehículos abandonados, así como calcinados, son parte de los vestigios que confirman a Santo Domingo como el punto central de la refriega entre dicho grupos criminales.
María Victoria, habitante de la comunidad y miembro de una familia de cinco personas, sostiene a uno de sus hijos en sus brazos, mientras narra el momento en que fue testigo del fuego cruzado que duró más de media hora y en el que un pariente cercano tuvo que refugiarse, toda vez que las balas le “pasaban zumbando” por la cabeza.
Dice no conocer de donde era la gente que se estaba disparando, solo escuchaban balazos y el “retumbe” muy feo, eran cerca de las 15:00 horas en días pasados cuando no podían ni salir; "Llegó el agua y ni pudimos regar”.
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Ella afirma que no ha salido de su hogar por temor a perder sus pertenencias, además de no tener a donde ir, por lo que únicamente queda esperar el arribo de las autoridades para brindar el auxilio que han solicitado, por lo que asegura estar tranquila y gustosa de que acudan.
“Les digo a la demás gente que vuelvan, yo veo sus animales que andan sueltos y se pueden morir, viveros abandonados. Todos se fueron, algunos tienen más de quince días, espero pronto regresen”.
Personal militar permanecerá por tiempo indefinido en dichas comunidades para cuidar de sus pobladores y resguardar la zona, además de la labor social implementada en el lugar con la aplicación del Plan DN-III-E en el que rehabilitan instalaciones, brindan alimentos a los habitantes, entre otros apoyos.