Las diferentes violencias que acompañan a las mujeres migrantes las dejan marcadas, en gran medida son factores que influyen en sus decisiones para migrar, quedarse en un lugar o retornar a su lugar de origen.
A Jeni, la violencia que vivía en su natal Venezuela la obligaron a desplazarse, al igual que Estela comparten que la pobreza los expulsa, ya que trabajan de sol a sol y no les alcanza para la comida de sus hijos, “Comemos un día, pero al otro ya no alcanza”.
En el trayecto las violencias que sufren se incrementan porque van desde diferentes formas de abuso y violaciones a sus derechos, entre los que destacan secuestro, extorsión, trabajo forzado, trata, robo, violación sexual y prostitución.
De acuerdo al estudio de Amnistía Internacional se estima que seis de cada 10 mujeres migrantes viven alguna forma de acoso o abuso sexual durante el trayecto. Layni comentó que no falta quien las aborde y les ofrezca una cantidad de dinero a cambio de sexo.
México es uno de los países donde peor se les trata, dado que las autoridades las maltratan, no les importa que viajen con sus hijos, al contrario los separan de sus madres para que ellas accedan a lo que les proponen. Si no lo hacen, las regresan hasta donde inicia el recorrido en Tapachula. Muchas acceden a rentar su cuerpo para que las dejen avanzar.
Nelly salió de su país por sus hijos, “Si tenía para darles de almorzar ya no me alcanzaba para darles de comer”, relató que la situación en su país es insostenible.
Muchas de las mujeres viajan sola, otra lo hacen con sus hijos, lo que hace que el viaje sea más lento, porque en ocasiones se enferman los niños y hay que conseguir dinero para medicamentos.
“Arriesga uno la vida y la vida de los hijos”, comentan estas mujeres, quienes solo buscan escapar de la pobreza.
De acuerdo a la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU (OIM) las mujeres representan el 48% de los migrantes internacionales a nivel mundial, sin embargo en América Latina la cifra aumenta hasta el 50.1 por ciento.
En el campamento que se ubica en la avenida Juan Pablo II y calle Industrial 10, la vivencia de las mujeres es similar, buscan mejores oportunidades de vida, huyen de la devastación de sus pueblos y tierras, así como de la violencia exacerbada que asola a sus países, como en el caso de Nicaragua.
Hay violencias que se invisibilizan dado que no cuentan con acceso a toallas femeninas para cambiarse y asearse durante su periodo menstrual.
Publicado originalmente en El Heraldo de Chihuahua