Ciudad Juárez, Chihuahua.- Para Jorge López Álvarez, el vivir en el interior de un antiguo furgón de tren no ha significado diferencia con otras personas, porque tiene acondicionada una cómoda recámara, una cocina y un baño, donde el clima es agradable, porque le tocó un vagón de madera, el cual le asignaron hace 29 años.
Es más agradable que tener un cuarto de bloque de cemento, afirma, porque la madera es térmica y el frío de la región o el calor quemante del desierto, no le ha afectado tanto.
“Tengo mi aire, mi calentón, como cualquiera, está chida”, comenta.
En una visita que se le hace por parte de El Mexicano, nos invita a hacer un recorrido por su propiedad.
Abre la puerta de metal y entramos el fotógrafo y yo a una pequeña sala. A mano derecha, se observa una cocina, donde la esposa de Jorge tiene su estufa y su refrigerador. Les sirve a sus hijos la comida, la cual colocan en platos, sobre una barra habilitada, pegada a la pared del carro de tren.
La sala la construyó Jorge, según explica, pero la cocina sí es parte del espacio del vagón, al igual que la recámara, la cual está tapizada asimismo con tablarroca.
Mientras caminamos, Jorge menciona que él laboraba como vigilante en lo que era entonces Ferrocarriles Nacionales de México (FNM).
A varios de los trabajadores les asignaron un lote a un costado de la estación, sobre lo que ahora es la calle Paso del Norte, unos metros al sur de la avenida Insurgentes, en la colonia Chaveña.
A algunos de los empleados les dieron un terreno vacío, pero a otros les tocó vagón de metal o de madera.
En el caso de Jorge, ahora de 56 años, le tocó la mitad de uno de los vagones.
Cuando empezó a ocuparlo hace 29 años, no tenía nada y el agua se las pasaban del mismo FNM, “pero llegaba un chorrito muy chiquito”, el cual aprovechaban durante la mañana para almacenarla y usarla durante el día.
“Yo me bañaba así junto al vagón, de cuclillas, con un bote agarrando el agua”, indica.
Comenta que él venía de la ciudad de Chihuahua y había batallado para conseguir una casa de renta y cuando le ofrecieron el beneficio de vivir dentro de un tren le pareció buena idea, para ya no batallar.
En el caso de la energía eléctrica, señala, se la compartían igualmente de la estación de Ferrocarriles, pero los apagones eran comunes y la molestia también.
De acuerdo a Jorge, posteriormente les ayudaron a registrar sus espacios en el gobierno municipal de Juárez, para que pudieran pagar el Impuesto Predial, uno de los primeros pasos para tener la oportunidad de arreglar papelería a su nombre, sin embargo así en ese esquema informal han estado desde entonces, porque nadie ha escriturado las propiedades.
También pudieron contratar el servicio de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
De unas 20 familias a las que se les asignaron lotes, unas ocho vivían en vagones, dos de ellos de metal.
Hace unos años, ocurrió un incendio en el sector, lo cual originó que el calor doblara las paredes de los dos furgones referidos, por lo que quedaron inservibles y los ocupantes optaron por desmantelarlos y venderlos a la recicladora, señala.
Pedro Cedillo Reyes, de 75 años, vecino de Jorge, laboró reparando vías en el tren y empezó a trabajar en Durango, pero estuvo en varios estados, hasta que terminó aquí en Juárez, Chihuahua.
Se jubiló en el año 1996 y desde entonces vive en la misma colonia de ferrocarrileros, sobre la calle Paso del Norte, donde ha estado tranquilo.
Platica que tiene una pensión por parte del Instituto Mexicano del Seguro Social, ya que lo jubilaron ya con la nueva empresa Ferromex, de la iniciativa privada.
Son mil 800 pesos los que recibe al mes.
En su caso, no le tocó vagón, pero poco a poco construyó su casa de material sólido.
Afirma que el esquema que tienen en Juárez es similar al de otras ciudades de la República mexicana.
Por ejemplo en Chihuahua, anota, a los que vivían junto a la estación de ferrocarril los movieron a una colonia especial, donde les dieron una casa, lo cual podría aplicar para los de aquí de Juárez, pero aunque se ha mencionado la posibilidad, los han dejado relegados.
Por si fuera poco, las familias ferrocarrileras en Juárez sufren de las inundaciones en la calle Paso del Norte, donde se ubica un canal que está tapado con tierra y basura que arrastra la misma corriente, pero que las autoridades casi no limpian, lo que convierte al sector en una zona peligrosa.
Jorge López por ejemplo, debe estar pendiente del agua, porque en cuanto llueve sale rápido con su vehículo, a otra calle más arriba o en un centro comercial, hasta que baje el nivel y evitar así que se estropeé su unidad.