A raíz de las críticas que se hicieron desde Chihuahua a la iniciativa del presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, de modificar el presupuesto de egresos para atender la pandemia del coronavirus, el que se echó ese trompo al uña, fue el senador Cruz Pérez Cuéllar.
El legislador juarense se le fue directo al cuello al gobierno del estado y dijo que existe una política de doble moral, porque según él, hizo algo muy similar, con una reorientación de partidas del presupuesto.
Pérez Cuéllar señaló con dedo flamígero igualmente a los diputados del PAN en Chihuahua, que le hicieron segunda al titular del poder Ejecutivo en la entidad.
Y para rematar, el senador morenista advirtió que les cuidará las uñas, desde el Senado, a fin de evitar que en una de esas desvíen el dinero, con el argumento de que están en el último año de la administración, “el año de Hidalgo”.
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Las antenas de Tiros en la región Noroeste del estado, en Buenaventura, nos comentan que al delegado federal Juan Carlos Loera de la Rosa, no lo quieren ver ni en pintura. ¿Pues qué les hizo?
Afirman que el malestar es tanto contra el funcionario federal que la semana pasada en ése municipio, varios campesinos lo tuvieron retenido y a una mujer de nombre Mariana Cheu, casi todo el día.
El pleito se debió a la instalación de una red eléctrica para abastecer pozos ilegales de los LeBarón, asunto que Loera de la Rosa, no supo manejar pues se suponía que iba de mediador, pero no llevaba ninguna propuesta.
Lo que causó el enojo de los pobladores de la región, fue que la acompañante de Juan Carlos, empezó a tomar fotos y vídeo, situación que provocó que le quitaran el celular y ambos, los tuvieron retenidos en una casa, mientras la gente que estaba afuera comenzó a ponchar las llantas de los vehículos oficiales e intentaron quemar una camioneta de la Profepa.
Finalmente, todo quedó en puro susto. Así las cosas por la región Noroeste.
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La que fue presentada en sociedad, pero no se le ha visto en el baile, es la doctora Mirna Beltrán Arzaga. Lo de baile es un decir, porque en realidad es una guerra, donde ella debería encabezarla.
Al menos así la presentaron el día de su toma de protesta, donde el gobernador Javier Corral se refirió a ella en un boletín oficial, como la “Comandante en jefe de todo el ejército que lucha en el estado para enfrentar la pandemia de Covid-19”. Así de esas.
Pues resulta que las ruedas de prensa siguen siendo atendidas por el médico Arturo Valenzuela Zorrilla, Verónica Rodulfo y hasta por Gumaro Barrios.
La pregunta es: ¿qué pasaría con Beltrán Arzaga, la generala?
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Siguen las protestas, no solo en torno a los problemas que se han generado con los representantes de las empresas que siguen reacias a cerrar sus puertas en el marco de la emergencia sanitaria actual por el Covid-19.
También los médicos, enfermeras y empleados del sector salud que están en la primera línea de posibles contagios al tratar a personas con síntomas o enfermos y que les han contagiado el virus, algunos de los que inclusive han perdido la vida.
Hablamos, no solo de enfermeras y médicos que están al pie de la cama del paciente o en los consultorios, también de afanadoras, trabajadores de la cocina y otros que están en los puntos más críticos, como el Hospital Regional 66 del IMSS, el 6 y otras instalaciones de salud.
No solo está en duda la respuesta de los patrones, también la de los líderes sindicales, porque no se les ha visto en las protestas de los trabajadores, ni apoyando. Los empleados de la salud, no saben qué hacer y siguen sin bajar los brazos en la primera línea de batalla para atender a los enfermos.
En el IMSS, al menos a nivel local, conviven dos sindicatos y ninguno de los dos ha asomado la cabeza.
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En lo que se refiere a las empresas, hay dos centrales obreras que son las que más se han visto beneficiadas económicamente con el trabajo de los obreros en la industria maquiladora, es la CTM y la CROC. Ambas agarradas de la mano, se han visto muy descoloridas.
Se han limitado, solo a plasmar una firma para los convenios de los paros técnicos que alejan temporalmente al trabajador de su fuente de trabajo con una percepción de sueldo del 50 y 70 por ciento.
Ambas centrales obreras, tienen contratos con aquellas empresas en las que se han producido más casos de fallecidos por Covid-19, y una de ellas es Lear Corporation la cual se vio obligada a cerrar sus instalaciones por las presiones ejercidas de sus empleados.
Seguramente estos liderazgos, de Jesús José Díaz Monárrez, en los terrenos cetemistas y de Gloria Porras Valles en los croquistas van a estar en duda al salir de la actual emergencia sanitaria. Tiempo, al tiempo.
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Y en nuestra ciudad, parece que no se ha escarmentado con el gran número de contagios del covid-19, muchos de ellos en plantas maquiladoras.
Lo grave del asunto, es que aún siguen funcionando cuando menos unas 26 empresas de maquiladoras, no todas son esenciales y como ejemplo citamos a la empresa Smurfit Kappa, dedicada a elaborar cajas de cartón para protección de muebles y accesorios.
Las maquilas funcionan, como si no existiera el coronavirus, como si no hubiera contagios, pero no es culpa de ellos, esa omisión de responsabilidad es de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, quien incumple en la supervisión y ordenanza del decreto nacional que obligó al cierre total.
El estado, le aventó la pelotita al gobierno federal y así se la han llevado.