CANNES. De las ocho películas estrenadas en competencia, hasta ahora destaca sólo una rumana presentada el cuarto día del festival. Algo debe andar mal con la selección de esta principal sección de Cannes este año.
La jornada incluyó tres películas en competencia y para dos de ellas había mucha expectación por el nombre y los antecedentes de sus realizadores.
El griego Yorgos Lanthimos, fuerte por el triunfo de su reciente “Poor Things” –León de Oro en Venecia y cuatro Oscar– llegó con “Tipos de gentileza”, rodada casi simultáneamente con “Poor Things” y con los mismos actores, entre ellos Emma Stone y Willem Dafoe, además de Jesse Plemonds, Margaret Qualley y Hunter Schaffer.
Lanthimos abandona su multipremiado e internacional cine de marca –“Langusta”, “El sacrificio del venado sagrado”, “La Favorita” y “Poor Things” – regresando a sus inicios griegos –“Doogtooth”, “Alpes”–, un cine de austeridad narrativa e introvertido, que en los inicios de los años 20 fue conocido como el raro cine griego (The Greek Weird Wave).
Resulta por desgracia que las tres historias que componen “Tipos de gentileza” no tienen la fuerza y el contexto social que caracterizaba aquellos primeros filmes griegos del realizador.
Otro tanto decepcionante resultó “Oh, Canada” del norteamericano Paul Schrader de la generación de Spielberg, Coppola, George Lucas y Brian de Palma, quien estuvo a cargo del guion de “Taxi Driver” de Scorsese (Palma de Oro en 1976) y que se presentó en la competencia del festival con “Mishima” en 1985 y “Patty Hearst” en 1988.
Schrader optó por la técnica narrativa de una película a través de otra película. Richard Gere y el joven muy a la moda Jacob Elordi, interpretan el mismo personaje, un célebre cineasta en varias etapas de su vida que es objeto de un documental que recoge su testimonio poco antes del final de su vida. El resultado es desigual y hasta aburrido a raíz de la alternancia de las acciones presentes y pasadas, a veces confusa de Schrader quien es además el guionista del filme.
Uno puede concluir que al comité de selección y a Thierry Fremaux, director artístico del certamen, lo que más les importó fue asegurarse de la presencia de célebres realizadores: Coppola, Lanthimos, Schrader, sin importarles mucho la calidad de sus últimas entregas seleccionadas en competencia.
La sorpresa agradable nos llegó de una modesta película rumana, “Tres kilómetros hasta el fin del mundo”, de Emanuel Parvu, seleccionada además a última hora para la competencia.
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Parvu, actor y realizador pinta en este su cuarto largometraje el devastador retrato de una sociedad donde imperan la corrupción, las intrigas y los arreglos sociales conformando un contexto asfixiante para las nuevas generaciones, representada en el guion por un joven de provincia quien quiere escapar a la capital para desarrollar en libertad su vida y aspiraciones personales, sociales y de orientación sexual.
Heredero y partícipe de la gran escuela del cine rumano y de prestigiosos cineastas como Christian Mungiu, Puiu, Radu Jude, Parvu resultó ser la única buena película en la competencia del festival hasta ahora.