En junio de 2016, en Orlando, Estados Unidos, sucedió un atentado terrorista contra la comunidad LGBTQ+, dentro del bar gay llamado Pulse. El acto fue perpetrado por un individuo estadounidense, simpatizante del Estado Islámico, quien dejó 49 víctimas mortales y 53 heridos, convirtiendo este suceso en uno de los ataques más mortíferos en la historia de Estados Unidos, después de los acometidos el 11 de septiembre de 2001.
Sobre la huella que dejó este atentado versa la obra de teatro La Golondrina escrita por el dramaturgo español Guillem Clua, que se presentará en México, los viernes, sábados y domingos, a partir del próximo 2 de junio, en el Teatro Milán.
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En entrevista con El Sol de México, Alonso Iñiguez, director de esta puesta en escena habla sobre el significado de esta obra, así como de la importancia de seguir visibilizar las dinámicas de odio contra la comunidad LGBTQ+ en México.
“Esta obra parte de un hecho real para narrar una consecuencia ficticia. Creo que a través de sus personajes nos da la oportunidad de tocar muchas fibras emocionales, aunque principalmente se trate de una historia sobre el dolor y las heridas individuales, las cuales, en apariencia, pueden llegar a ser incomunicables”, comenta el director.
LOS PERSONAJES
La puesta en escena se centra en la relación e intercambio de ideas de Amelia y Ramon, quienes, de alguna manera, han sido marcados por el dolor que rasgó a Estados Unidos durante los fatídicos acontecimientos del bar en Orlando. Ella interpretada por Margarita Sanz, es una maestra de canto que recibe en su casa a este joven quien quiere mejorar su técnica vocal para hacer una interpretación en el memorial de su madre fallecida.
Acerca de esta relación y el hecho de abordar sus historias y personalidades en el mundo histriónico, el actor Alejando Puente, quien interpreta ―alternando con el histrión Germán Bracco― a Ramón, afirma: “Creo que es importante plantear este tipo de personajes en el teatro para darnos cuenta del cómo y no sólo en el qué hay que contar. Mi personaje involucra precisamente eso, el modo en que se puede entretejer puentes de entendimientos y empatías, desde el dolor”.
TEMA PERTINENTE Y NECESARIO
Al tratarse de una historia que basa su línea discursiva sobre el atentado en el bar Pulse y por ende hace también reflexionar sobre las consecuencias de la intolerancia y los crímenes de odio, que sobrepasan a las mismas victimas principales, Íñiguez considera que trata de un tema muy pertinente y de necesaria discusión.
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Esto lo dice porque no sólo en el mundo sino especialmente en México siguen sucediendo este tipo de actos, aunque no en la escala ni con el mismo impacto mediático que tuvo el caso del atentado en 2016, cosa que considera una muestra de la contradicción moral y de justicia, pues “mientras que desde el gobierno se muestra a México como un país de vanguardia, que otorga los mismos derechos a la comunidad LGBTQ+, seguimos siendo uno de los países con mayores índices de delitos contra la libertad de sexual en América Latina”.
“Creo que el caso del bar Pulse fue resultado de un problema sistémico en el cual vivimos, porque el hecho de que un asesino como el de este atentado sucedió como consecuencia de una suma de comentarios, creencias y formas de educación que lamentablemente siguen sucediendo alrededor de todos nosotros y que se expresan desde chistes homofóbicos hasta desprecios familiares”, comenta el director, quien puntualiza que estos factores acumulativos no eximen a los culpables de estos actos de su responsabilidad, pero que si apuntan hacia un problema social más profundo que hay que atender desde su raíz colectiva.