Pudo llamarse "Peras al olmo", a decir del compositor Arturo Márquez, por la titánica encomienda que le hizo la directora de orquesta Alondra de la Parra: escribir una sinfonía inspirada en las "Variaciones" de Alberto Ginastera, que diera un espacio de lucimiento a cada solista.
La pieza lleva por título "Imposible", como la orquesta que De la Parra formó en 2020, con músicos de distintas nacionalidades que trabajaron a distancia obligados por la pandemia.
La Orquesta Imposible estrenó la pieza en 2022, en la primera edición del Festival Paax GNP Riviera Maya, donde se grabó un álbum en vivo que incluye las Variaciones Concertantes, Op. 23, de Ginastera.
“Este es el primer producto permanente del Festival Paax GNP”, dijo la directora de orquesta en un evento remoto desde la Riviera Maya para presentar el álbum.
Mencionó que lleva 10 años de colaboración con Sony Music, sello que editó su disco “Mi alma mexicana” y “Travieso carmesí”, el proyecto con Natalia Lafourcade, Denise Gutiérrez y Ely Guerra.
De la Parra recordó que la colaboración con Márquez comenzó con el estreno de Danzón, en los inicios de la Orquesta Imposible.
“Lo llamé después y le dije ‘ya acabó la pandemia’, vamos a juntarnos para la primera edición del Festival Paax GNP”, mencionó
Explicó que es una pieza especial, pues “no es precisamente una sinfonía, que sigue una estructura de cuatro movimientos, ésta tiene ocho con diferentes ritmos, texturas, pero conserva la esencia de esta pequeña melodía, que es la base de las variaciones, y tiene como característica que en cada movimiento, hay un solista”.
Felix Klieser, Michal Korman, Rolando Fernández, Sacha Rattle, Pacho Flores, Gili Schwarzman, Edicson Ruiz, Guy Braunstein, Nemanja Radulović, Jörgen van Rijen y Stefan Schulz, fueron los solistas de esta grabación.
La creación de Márquez, detalló la directora, “se inspiró en el proyecto de la Orquesta Imposible y dedicó a cada movimiento un tema urgente”.
El primer movimiento y el último, abordan el cambio climático, a través de un contraste entre las cuerdas, que representan a la naturaleza y las maderas y metales como un símbolo del ser humano en constante enfrentamiento con el entorno.
El segundo movimiento, titulado Resiliencia fue escrito para el cornista alemán Félix Klieser quien nació sin brazos y precede al que dedica a la equidad de género, que interpretan dos chelistas, un hombre y una mujer, “ambos tocan la misma melodía, pero ella lo hace dos octavas arriba, que es más difícil de tocar. Esto ejemplifica la inequidad de género y obliga a que las orquestas que ejecuten esta obra tengan el mismo número de hombres y mujeres”.
Sin retorno, que trata el tema de la migración, fue escrita para Pacho Flores y Paquito de Rivera, mientras que para abordar la empatía, Arturo Márquez eligió como solistas “a los dos instrumentos menos posible de escuchar juntos, flauta y contrabajo, todo el movimiento están imitando uno al otro, y sólo tienen una nota en común, la más ruda y difícil de tocar”.
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Controversia, para dos violines, ejemplifica la unidad; en esta parte, “dos virtuosos tocando al unísono, exactamente lo mismo pero uno de ellos al revés, como cuando tenemos un fin común, pero distintas formas de ver”, agrega De la Parra.
Utopía, a cargo de dos trombones, está compuesta sólo de acordes mayores, “muestra cómo necesitamos la disonancia, el conflicto”, finaliza la directora, y destaca que la intención de esta pieza es “hacernos reflexionar sobre los problemas más grandes de la humanidad”.