GUADALAJARA. A pocos días del estreno en Netflix de la primera adaptación audiovisual de "Cien años de soledad", sus guionistas, Camila Brugés y Natalia Santa, ambas de nacionalidad colombiana, se presentaron en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2024, donde dieron detalles de cómo llevaron a la pantalla la obra cumbre del Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.
"Cien años de soledad " es la historia de la familia Buendía contada a través de siete generaciones.
Los primos José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán se casan y se van a vivir a Macondo, huyendo de la crítica social por su cercano parentesco, misma que recrudece en ese pequeño pueblo.
“El libro para nosotras siempre fue la fuente principal de información. Obviamente nos documentamos e hicimos una investigación como se haría con cualquier otro proyecto para el que se hacen lecturas adicionales que complementan lo que queremos hacer, pero realmente nuestra intención siempre fue hacer una adaptación muy fiel.
“Es por eso que, cuando nos encontrábamos carentes de respuestas sobre algún lugar en el que no sabíamos a donde caminar era como si el libro nos llamara, no tanto con una metodología juiciosa, sino porque en sus páginas estaba la respuesta”, dijo Camila Bruges, quien aseguró que tuvo que releer el libro en varias ocasiones, llenando las hojas con múltiples anotaciones.
Por su parte Natalia Santa, dijo que la puesta en marcha del proyecto comenzó con largas horas de discusión sobre las razones por las que querían hacer esta adaptación, llegando al acuerdo común de que estaban ante una obra maestra de gran vigencia dentro de la sociedad colombiana, que, además, se ha vuelto “un patrimonio”, no sólo de aquel país sudamericano, sino de toda América Latina.
“¿Qué temas de esa infinidad de elementos que tiene una obra tan rica y compleja como "Cien años de soledad" tomamos para construir esta serie? Pues los que nosotros consideramos transversales, esenciales, importantes y pertinentes para convertirlo una serie para este momento, 50 años después de la publicación del libro”, explicó la también cineasta durante el evento, moderado por la comunicadora Laura García Arroyo, en el que también estuvo presente Daniel Marquínez, director de Proyectos Especiales de la Fundación Gabo.
Entre la violencia y la violencia
Otro de los temas que abordaron las guionistas durante aquellas largas discusiones fue la forma en que representarían el “realismo mágico” característico de la obra. Un objetivo difícil de conseguir, pues, según explicó Camila Bruges, no existe una definición única ni hay un autor al que se le pueda adjudicar la creación de este tipo de narrativa, de la cual García Márquez forma parte dentro de una lista de varios otros autores hispanoamericanos del siglo XX.
Por esa razón es que optaron por establecer una fórmula propia, que fuera efectiva visualmente, pero que no se perdiera en la apreciación de puros elementos salidos de mundos “muy fantasiosos”, como sucede en las historias de "Harry Potter". Esto lo solucionaron las guionistas a partir de sus lecturas personales sobre la obra de Gabriel García Márquez, posiblemente influenciadas por una postura crítica compartida de la historia de Colombia.
“Lo que teníamos claro es que el realismo mágico, más allá de ser un elemento ‘mágico’, nos hablaba de la intención de Gabo de mostrar cómo en nuestra región del Caribe Colombiano conviven y se yuxtaponen la belleza y la poesía con la violencia, la barbarie y la oscuridad del hombre.
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“Entonces de lo que se trató fue de entender de qué manera podíamos llevar eso al lenguaje cinematográfico”, explicó Bruges, quien reveló que en el guión se propuso contrastar el vuelo de cientos de mariposas amarillas con las trágicas consecuencias de conflictos bélicos narrados en la historia, a pesar de que esta tensión visual no fuera escrita originalmente por García Márquez.
Ninguna licencia fue caprichosa
Con la advertencia de que el resultado visual y narrativo de la serie no será el mismo al de la novela, las escritoras justificaron los cambios, afirmando que hay una enorme complejidad a la hora de intentar condensar una obra como la de Gabriel García Márquez, la cual presenta tiempos narrativos diversos, un amplio registro lingüístico y un incontable número de personajes.
“Nunca nos tomamos licencias caprichosas, sino que fueron para comunicar cosas que de pronto en el libro funcionan perfectamente, porque es un lenguaje literario con unas leyes y unas dinámicas específicas, pero que en lenguaje visual no. […] Lo que hicimos fue darnos licencias dentro de lo que el mismo universo de Gabo propone”, dijo Natalia Santa.
La serie se agrupa en capítulos “concretos y cerrados” con temáticas particulares que se desarrollan en cada uno de los 16 episodios que conforman la serie.
Construir Macondo
Al ser cuestionadas sobre la forma en que se construyó Macondo visualmente, las escritoras apuntaron que ese trabajo no fue tarea específica de su área, sino más bien del departamento de Diseño de Producción, compuesto por un robusto equipo multidisciplinario de arquitectos, historiadores, utileros y artistas plásticos, quienes tomaron en cuenta las condiciones espaciales de los sitios de grabación, con una “precisión histórica inusual”.
“Macondo estaba pensado desde el principio para que evolucionara 100 años en el tiempo y tuviera esas transiciones. Entonces ellos construyeron Macondo ciñéndose al desarrollo histórico de la región. Fue una investigación alucinante de cómo fue el litoral colombiano en los años en que transcurre la historia.
“Así fue que lo que se ve en la pantalla en términos de arquitectura, vestuario, transporte y si se come pan, galletas o arepas, fue producto de un equipo gigante que investigaron al más mínimo detalle cómo era cada cosa. Muchas veces a un nivel obsesivo (el cual influyó en algunos detalles del mismo guión)”, apuntó Brugés.