Más de 2.12 millones de personas solicitaron la semana pasada el subsidio por desempleo en Estados Unidos, con lo que suman más de 41 millones los pedidos en algo más de dos meses bajo la pandemia del Covid-19, informó este jueves el Departamento de Trabajo.
En la semana anterior se habían recibido 2.43 millones de solicitudes y la cifra semanal ha estado descendiendo desde que la semana que terminó el 28 de marzo hubo 6.9 millones de solicitudes de prestaciones ¡por desempleo, a medida que más estados han ido permitiendo la reapertura de negocios.
El promedio de solicitudes en cuatro semanas, una cifra que compensa las variaciones semanales y da mejor idea de la tendencia, bajó a 2.6 millones, comparado con la media de 3 millones de la semana anterior.
En la semana que concluyó el 21 de marzo y cuando la pandemia empezó a vapulear el mercado laboral estadounidense, la cifra de solicitudes de subsidio por desempleo dio un salto a 3.3 millones de trabajadores, y la semana siguiente se duplicó y alcanzó su mayor cifra, con 6.9 millones de trámites.
El informe del Departamento de Trabajo indica hoy que en la semana que concluyó el 16 de mayo había 21.05 millones de personas que percibían el subsidio convencional por desempleo, comparado con 25 millones de personas en la semana anterior.
A estas alturas, dos tercios de las personas en la fuerza laboral de la mayor economía del mundo reciben en subsidios por desempleo más dinero que lo que cobraban en sus sueldos debido, en gran medida, a los 600 dólares semanales adicionales provistos por la ley de estímulo de 2.3 billones de dólares aprobada en marzo.
Este suplemento terminará a fin de julio si el Senado, con mayoría republicana, no aprueba y el presidente Donald Trump no promulga un segundo paquete de estímulo por 3 billones de dólares, aprobado por la Cámara de Representantes, con mayoría demócrata, y que extiende el pago adicional hasta enero de 2021.
Un factor que puede demorar el retorno de los trabajadores a los empleos, especialmente al aproximarse el verano, es la escasez de guarderías y la cancelación de los campamentos de verano, que impiden que algunos padres y madres vuelvan a sus ocupaciones aún si las empresas reabren sus puertas.
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