A lo largo de la historia, hemos presenciado incontables conflictos entre diferentes países, grupos religiosos o políticos, no obstante, uno de los enfrentamientos que sin duda tiene más tiempo y no parece que pueda acabar, es el que han tenido desde siempre los perros y los gatos.
Y si bien en muchos de los casos los perros son los que comienzan la pelea y los gatos solo huyen, la realidad es que los gatos también disfrutan de molestar a los caninos, aprovechando la ventaja de agilidad que la naturaleza les dio.
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¿Por qué los perros y los gatos siempre pelean?
Todo procede de la diferencia de personalidades, puesto que mientras que a los perros les gusta estar en grupo y son juguetones, en el otro lado los gatos son solitarios y les gusta ser independientes.
La presencia de un gato o un perro en el mismo territorio supone un desafío pues son conocidos como los “enemigos naturales”.
El compartir un espacio supone contar con los mismos recursos, en pocas palabras, el competir por lo mismo, como lo sería una presa, un terreno y alimento.
Expertos apuntan, que el lenguaje en el mundo animal es distinto entre especies, por lo que puede haber malos entendidos en cuestiones del lenguaje corporal de estos.
Las posturas y acciones pueden ser las mismas, pero tienen un significado muy distinto o incluso contrarios como por ejemplo el menear la cola.
Para un perro, el menear la cola, significa que están felices y extasiados, mientras que los galos suelen hacer esto cuando están tensos, preocupados o enfadados.
Los lomitos y los michis no se odian
La realidad es que los gatos y los perros no se odian. Claro que hay ocasiones en las que los vemos pelear y nos hace pensar que no se llevan bien pero ese no es el caso.
La diferencia entre sus personalidades es lo que hace que choquen en un primer momento, pero es algo que se puede entender perfectamente, si lo pensamos bien, nosotros los humanos también tendemos a chocar con personas que tienen una personalidad distinta a la nuestra.
Cosas como la socialización, un ambiente positivo y bien planificado, y el respeto, con el tiempo ambos aprenden a reconocer el lenguaje del otro.
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¿Cómo hacer qué convivan juntos sin pelear?
Lo más recomendable es criarlos juntos desde pequeños para que crezcan juntos y se adapten más fácilmente el uno al otro.
Con el tiempo, la convivencia hará su magia y ambos aprenderán a reconocer el lenguaje del otro, como ejemplo, el perro debe comprender que cuando el gato corre no significa “persígueme” y que siempre debe respetar el espacio del gato, acercándose lo menos posible.
Algo que nunca deberíamos de hacer es forzar la proximidad física, obligarlos a estar juntos desde el primer momento que traes otra mascota a casa no es para nada recomendable.
Ya sea en el caso de que traigas a casa un perro siendo dueño de un gato o viceversa, el no prepararlos para el cambio y el no pensar en la reacción que tendrán es un problema puesto que puede estresarlos y molestarles.
Ahora que ya sabes que no se odian, te invitamos a que sigas aprendiendo sobre el comportamiento de estas especies