En 1913, Francisco Villa, leal al recién asesinado Francisco I. Madero, se enfrentaba a las fuerzas federales, ahora en manos del usurpador Victoriano Huerta. Fue entonces cuando realizó una hazaña digna de los libros de estrategia militar que marcaría el destino de la lucha revolucionaria.
Durante la madrugada del 15 de septiembre un ejército villista tomó por sorpresa Ciudad Juárez, saliendo de los vagones de un tren que supuestamente transportaba sólo carbón. Entonces las fuerzas federales leales a Huerta, despertaron ante el estruendo de la dinamita y el grito “¡Viva Villa!”.
Días antes, la División del Norte dirigida por Villa había intentado sin éxito tomar la ciudad de Chihuahua. Derrotados por el general Pascual Orozco, quien defendió durante cinco días la capital del estado con una poderosa artillería y los obligó a agotar gran parte de sus reservas de municiones, los villistas se vieron obligados a replegarse.
En un notable ejercicio de resiliencia, el mando villista no se desanimó con esta derrota, sino que cambió radicalmente su estrategia. Lo que hicieron fue tomar una estación de ferrocarril y apropiarse de la línea telegráfica. Y de un ferrocarril poco llamativo que transportaba carbón, la máquina 511.
Tras ésto, vaciaron los vagones de cabrón y un ejército villista lo abordó, para dirigirse en secreto hacia la frontera. Ya que tomados los telégrafos, las fuerzas federales no recibirían noticias de lo ocurrido.
El tren entró por la noche en Ciudad Juárez, sin que nadie le prestara atención porque la ciudad siempre ha estado acostumbrada al intenso trajín comercial. Y fue durante la madrugada que los villistas tomaron el control de la ciudad. Apropiándose de los cuarteles militares donde los federales dormían.
Posteriormente, esta hazaña militar ha sido llamada “El Tren de Troya”, ya que recordaba el legendario pasaje de la historia griega en la que los aqueos tomaron la inexpugnable Troya, engañando a sus habitantes con un enorme caballo de madera que guardaba en su interior a un ejército, que por la noche tomó a la ciudad por sorpresa.
El ascenso de Villa
Esa madrugada los juarenses despertaron con el abrupto repique de las campanas de la Misión de Guadalupe que anunciaban que la ciudad fronteriza había sido tomada por el “Centauro del Norte” y el grito “¡Viva Villa!” resonó por sus calles.
Esta victoria asombró a propios y extraños, aumentando la fama de Villa como líder militar. Pero Villa y su División del Norte, con sus líderes como Toribio Ortega y Fierro, no sólo obtuvieron popularidad y renombre con la toma de Juárez, sino que tuvieron acceso a armas, municiones y recursos que llegaban atravesando la frontera desde Estados Unidos.
Así que la derrota de los federales dio pasó también a su caída en Torreón y en Zacatecas, ante las fuerzas de Villa. De manera que para el 15 de julio de 1914, Victoriano Huerta renunció a la Presidencia de la República, y abandonó el país.
Publicado originalmente en: El Heraldo de Chihuahua