Noviembre trae consigo uno de los fenómenos astronómicos más fascinantes: la lluvia de meteoros de las Leónidas. Este espectáculo natural ha cautivado al mundo desde hace siglos, y cada año, los cielos nocturnos se llenan de destellos de luz que recuerdan lo vasto e impresionante que es el cosmos. La expectativa crece entre astrónomos y amantes de la observación del cielo, quienes esperan que las Leónidas nos regalen momentos mágicos durante este mes.
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Las Leónidas son una de las lluvias de meteoros más conocidas que ocurre aproximadamente del 6 al 30 de noviembre, cuando la Tierra atraviesa una región del espacio llena de partículas dejadas por el cometa 55P/Tempel-Tuttle en su órbita alrededor del Sol.
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Estas partículas, al entrar en la atmósfera terrestre, se vaporizan por la fricción, creando los destellos de luz que llamamos meteoros o estrellas fugaces. Todas estas estrellas fugaces parecen surgir de un mismo punto en el cielo, llamado "radiante", que se encuentra en la constelación de Leo, de donde las Leónidas toman su nombre.
Para este 2024, el pico de actividad se espera en la madrugada del 17 de noviembre, con alrededor de 10 a 20 meteoros por hora, aunque existe la posibilidad de observar un pico secundario más débil la noche del 19 al 20. Sin embargo, este año la luna llena ocurrirá solo unos días antes del pico principal, lo que podría afectar la visibilidad al iluminar demasiado el cielo. Aun así, para quienes estén dispuestos a intentar observarlas, un cielo despejado y un lugar lejos de luces artificiales aumentan las probabilidades de captar al menos algunos de estos meteoros.
¿Dónde es mejor observarlas?
En realidad, cualquier lugar con un cielo oscuro y libre de obstáculos será ideal. La recomendación es apartarse de las luces urbanas y buscar un espacio abierto, sin edificios o árboles que obstruyan la vista. Además, si es posible, hay que intentar evitar la dirección en la que se encuentra la Luna, ya que su brillo podría reducir la visibilidad de los meteoros más débiles. Lo mejor es tumbarse y dejar que los ojos se adapten a la oscuridad.
La historia de las Leónidas es fascinante. En 1833, esta lluvia se convirtió en una verdadera tormenta de meteoros, iluminando el cielo con miles de destellos por hora, un evento tan impactante que quedó grabado en la memoria colectiva. Desde entonces, cada 33 años aproximadamente, las Leónidas pueden llegar a desatar tormentas espectaculares, aunque estas son muy difíciles de predecir.
¿Por qué ocurren estas tormentas ocasionales?
Cada vez que el cometa Tempel-Tuttle se aproxima al Sol, suelta nuevas partículas que se suman a la corriente de polvo cósmico por la que la Tierra atraviesa en noviembre. Cuando la Tierra se encuentra con una de estas nubes densas de partículas, puede desencadenarse una tormenta de meteoros. Aunque no se espera una para este año, cada Leónida tiene el potencial de sorprendernos.
Para quienes no tengan la oportunidad de observarlas este año, siempre habrá nuevas oportunidades. Las Leónidas regresan cada noviembre, y siempre es emocionante contemplar el cielo con la esperanza de presenciar un fenómeno que conecta nuestra pequeña vida terrestre con la inmensidad del universo.
Publicado originalmente en El Sol de Parral