La maldición auriazul en Guadalajara pareció terminarse... Aunque un chamaco, que ni siquiera había nacido la última vez que Pumas ganó en terreno tapatío, le dio el empate al campeón.
Un fogonazo de José de Jesús Godínez regresó a Universidad a su realidad, 1-1 final.
El Rebaño intentó por todos los medios, pero su mala puntería terminó por firmar el empate.
EL JUEGO
El mexicanísimo Guadalajara quiso dar el grito en pleno 16 de septiembre. Vestido de verde, blanco y rojo, el Rebaño Sagrado atacó con dinamismo. Chivas se adueñó del esférico y lo paseó por todo su césped. Pumas se dedicó a perseguirlo, a correr sin el balón y a cortar los avances tricolores con infracciones.
Era un vendaval sobre Pumas. Sergio Egea vivió con frustración el inicio de sus pupilos, reclamó al juez central cada una de las acciones en su contra. Además, el ataque auriazul era desangelado, simplemente no había peligro para Rodolfo Cota. Todo lo ganaban las Chivas.
Un remate con la testa del “Gato” Formica a las manos del portero rojiblanco fue lo más peligroso, aunque con eso fue suficiente.
El regreso del capitán Alcoba motivó a los felinos. El uruguayo soltó el zarpazo tras un grave error de Cota, para poner adelante a la visita. Pumas se puso al frente gracias a su garra charrúa, con el orgullo de su zaguero central por delante. Fue la única chispa que tuvo el plantel, sin dirección tras 45 minutos.
La famosa justicia divina apareció en los albores del complemento.
Guadalajara ejerció tanta presión en cancha auriazul que era casi imposible sostener la mínima ventaja, sobre todo cuando la propuesta ofensiva de la visita era nula.
Matías Almeyda realizó un par de modificaciones. Ingresó a su mago Orbelín Pineda y al hambriento novato José de Jesús Godínez.
El Chiverío le puso intensidad. La paridad se olfateó en el recinto. El “Pollo” Saldívar tapó un par y Alcoba compuso el paso en una segunda. Fue ahí donde el novato tomó el control. Un disparo del “Tortas” Pérez rebotó en la pared auriazul. Godínez soñó con ese momento y lo transformó en ilusión dorada. Un derechazo preciso, con estampa de golazo salió de su botín. Saldívar solamente observó que el balón terminó en su red. ¡Gol de Chivas!
El campeón estuvo de vuelta. Sus ataques fueron veloces y con emoción en sus pases. Pumas se defendió con uñas y dientes. Incluso Guerrón, Rabello y Calderón entraron a la batalla para refrescar el ataque, pero el empate no se movió.
El silbatazo final llegó. Igualada que sirve de poco a ambos, pero extiende la maldición de los visitantes en el hogar del Rebaño, 35 años, siete meses y contando…la chilena de Manuel Negrete parece quedar parada en la eternidad.