La tercera no fue la vencida, como dijo Jaime Lozano. México se volvió a ver temeroso, sin ideas y con poco ritmo ante su máximo rival. Estados Unidos, con la fórmula de casi siempre, el dous a cerou, es tricampeón de la Liga de Naciones de Concacaf.
El deseo del Jimmy se quedó en un sueño. La realidad despertó al entrenador nacional, que, ante la máxima pesadilla azteca, se comienza a tambalear de la silla más caliente del futbol mexicano.
El planteamiento del Actor tuvo una idea distinta a la que se vio ante Panamá. La inesperada baja de Julián Quiñones mermó al equipo de todos que, con el Chucky Lozano, quiso espantar a un equipo norteamericano que lució potente desde el inicio.
Las barras y las estrellas comenzaron con fortaleza. Pulisic sacó la magia en el área mexicana. El Capitán América hizo un sombrerito, frente a Ochoa, se la estrelló al arquero.
Lozano planteó un sacrificio intenso en las bandas. Antuna estaba más preocupado porque Robinson no subiera. Chucky tuvo problemas con su compañero Sergiño Dest.
México no supo atacar, pese a que Henry peleó ante las dos torres centrales de Berhalter.
El primer lapso se terminaba. McKinnie observó que Adams estaba solito. Tyler controló y levantó el rostro. El 4 sacó un potente disparo que Ochoa quiso sacar, pero su colocación no fue la correcta y tuvo que recoger la pelota del fondo de la red.
El Tricolor se fue al descanso cabizbajo. La gente se emocionó cuando Giménez, Orbelín y Alvarado se quedaron a calentar. Eso poco le importó al equipo estadounidense, que regresó al terreno de juego con la misma intensidad que cuando el juego iba 0-0.
El agobio fue total. El segundo golpe al orgullo azteca llegó después de un despeje de Johan. Reyna, sin pensarlo, le pegó al poste de Ochoa. Paco Memo reaccionó tarde para el segundo.
El mazazo dejó en nocaut a México. Jimmy intentó levantar a su escuadra con Santi, Pineda y Romo, pero nada funcionó. El grito homofóbico detuvo, en par de ocasiones, el choque en los minutos finales que de poco sirvieron.
No hubo más en la casa de los Vaqueros de Dallas, volvió el dous a cerou y la paternidad gringa continúa esté quien esté en el banquillo nacional.
Publicado originalmente en ESTO