El agave lechuguilla es característico del desierto de Chihuahua. Esta planta forma una roseta de pencas suculentas que pueden alcanzar el medio metro de alto y algo más de ancho.
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Esta agave fue utilizado por los pueblos originarios, que usan las fibras de las hojas suculentas para confeccionar cuerdas y tapetes. El llamado "corazón de la planta" era cocido y así producían jugos azucarados que se consumían como energético; empleaban incluso el bagazo moliéndolo para hacerlo comestible.
Es así como el agave ha representado parte importante de las diferentes culturas de todo el país.
Las plantas que usaron los pueblos originarios son muy diversas, pero coinciden en que muchas de ellas fueron agaváceas, muy fibrosas, explica el arqueólogo Alberto Peña, del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
El agave más característico del centro de México servía, también, como material de construcción, tenía muchas utilidades como alimento, pues de la planta deriva por ejemplo el gusano de maguey, la fibra del maguey y su cutícula que sirve como envoltorio para uno de los platillos más concurridos en el centro de México, los mixiotes y claro sin olvidar el pulque.
“Es una planta maravillosa, y en otras latitudes se habla de los hornos agaveros, del norte de México, que eran utilizados para poder consumir la planta” detalla el arqueólogo.
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